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No cabe duda que el Ministro de Transportes se ve cómodo en el papel de malo de la película y no tiene miedo en convertirse ... en un villano de leyenda, al nivel, por ejemplo, de aquel que introdujo la flauta dulce en los planes educativos aunque ésa, es otra historia. Sólo así se entienden enganchadas como la de la semana pasada con un ingeniero gijonés que se preguntó, como haríamos todos, por qué en Gijón no y en Valladolid, sí, a una estación de tren del siglo XXI.
El dato concluyente no es que Valladolid tenga más tráfico que Gijón sino que aquí no tenemos proyecto. Pero, claro, aquí tampoco nos ha servido tener proyecto para que el tren circule por el túnel que ya está hecho ni, saliendo de las vías, para que los camiones no pasen por La Calzada y sí por el vial que se fue al limbo. Quizás la solución más directa sea que, aprovechando que llega el Antroxu y la sardina viene este año con IA, hagamos un cambio radical a una ciudad con más 'suerte' para las infraestructuras. Que no sea esto una villa marinera. Podíamos disfrazarla, por ejemplo, de 'villa pucelana' y empezar vendiendo una nueva actuación que revitalice la 'Ería del Pisuerga'. Otras cosas, como un equipo de fútbol en depresión y un estadio no mundialista, ya las tenemos. No sé si más cerca de tener estación vamos a estar pero, más lejos, seguro que no. Que sí, que suena ridículo y de difícil ejecución, pero más ridículas que las excusas que estamos recibiendo. Y por el medio, nos habremos reído, como diría Gila.
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