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Antes incluso de que internet nos llenara la vida de memes y bulos, circulaba de mano en mano un texto muy ilustrativo de cómo se ... solían hacer las cosas por los despachos de esta piel de toro. La 'Historia de remeros' contaba las desdichas de una embarcación en la que uno daba palazos y mandaban los otros diez. Después de pedir consejo a una consultoría externa, realizaban una profunda reorganización convirtiendo los diez mandos en una estructura jerárquica más dinámica y moderna, aunque seguía remando un solo fulano, claro, al que, por supuesto, se le cargaban todas las culpas por incompetente.
Todo este rollo viene a colación de los nuevos bríos que los nuevos mandos del Puerto de Gijón quieren infundir a la institución, para hacerla más dinámica, resiliente, proactiva y otros términos pomposos y vacíos a elección del lector, y conectada con la villa marinera y sus gentes. No esperen una ventanilla para comprar billetes para el ferry que no tenemos (ni tan siquiera, para preguntar si algún día vuelve a operar) ni una visita guiada para ver el carbón volador. Podemos temer que lo que tendremos en realidad será una maraña burocrática y una fábrica de informes señalando a los remeros incompetentes. De los de los terrenos a ceder para Naval Azul se encargará la consultora externa o, quizás, un gabinete de comunicación formado para la ocasión.
Olvídense de la línea recta y más directa forma de entenderse (es decir, un telefonazo Puerto-Ayuntamiento) y pónganse en lo peor.
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