Un tupido velo
Aregañadientes, a última hora y sobre la bocina tuvo que dejar el Puerto de Gijón (o más concretamente, la delegación política que ahora lo gobierna) ... de ejercer el bloqueo a Naval Azul, esa actividad a la que se habían entregado con una devoción digna de un premio, porque pedir al Ayuntamiento el importe del alquiler para la Semana Negra, aún sabiendo que ya no son los propietarios del terreno, era algo ya propio del guión de una comedia. Que el gobierno local podía haberse sumado a ella pidiendo a Roqueñí la póliza de seguro de los terrenos a alquilar pero afortunadamente no estaban para bromas tras meses de ocurrencias. Así que desde el Puerto están en pleno proceso de recoger cable (les llevará unos cuantos meses) y a correr un tupido velo sobre el asunto como si no hubiera pasado nada.
El problema es que sí ha pasado algo. Estábamos acostumbrados en esta villa marinera a sainetes entre administraciones de diferente signo político y la ciudad está llena de ejemplos de esa falta de entendimiento. Y si ya era bastante complicado saber si el fuego venía del gobierno local, del autonómico o del central, la traca final ha sido añadirle un contendiente más: el Puerto. Debemos ser la primera ciudad en la que la política municipal se intenta dirigir entre una rula y montones de carbón volador a granel. Que está bien ser pioneros pero, ya puestos, que sea en algo positivo. A ver si ahora, desde El Musel, se aplican más en poner el puerto a la altura del resto de los del Cantábrico o, al menos, en interferir menos en la vida política porque en todo ese asunto han quedado retratados.
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