Navia era su amor y Puerto de Vega, su encanto

Me consta que le hubiera gustado acabar el programa de obras que presentó en su última legislatura. Le hubiera gustado salir del Ayuntamiento no de la forma en la que hizo, sino como triunfador en la legistaltura y, ya desde su posición, anunciar la que sería su última etapa como concejal y alcalde. Pero pasó lo que pasó y Bedia salió de aquello un poco dolido tras tantos años de alcalde. Recuerdo que yo le decía que tenía que seguir trabajando y ayudando, que qué se le iba a hacer, que contra el resultado de unas elecciones no se puede otra cosa.

Aunque era remolón a la afiliación en el PP, siempre lo tuve por uno más en mi larga etapa política como presidente del partido en Asturias y candidato al Principado. Yo insistía porque, por encima de las ideologías cercanas, siempre creí en el valor de las personas y a él lo consideraba necesario para nuestro proyecto político en el occidente.

Era de temperamento inquieto y apasionado. En el fondo, buena persona. En ese acercamiento a Bedia me ayudó mucho nuestro común amigo Francisco Rodríguez, de Reny Picot, quien, sabedor de alguna desavenencia con él, colaboraba para ofrecerme siempre el encuentro.

Así surgió la fluidez en la relación que precisaba yo para allanar el camino en la búsqueda de propuestas para mejorar no solo Navia, sino todo el occidente. Con él tuve la suerte de viajar varias veces por los distintos municipios del occidente.

Murió, como digo, con ese gusanillo de no haber salido triunfante, aunque para mí ya triunfó lo suficiente durante los años que fue alcalde. Lo recordaré siempre como una buena persona y un buen alcalde.