Precaución por Semana Santa

Nada sería más perjudicial que los enfrentamientos estériles y perder un tiempo que resulta fundamental ganar

Domingo, 28 de marzo 2021, 03:33

El inicio de la Semana Santa se produce en unas circunstancias muy distintas a las habituales. El disfrute de unas cortas vacaciones, concentradas en los ... mismos días del calendario, propiciaban el mayor número de desplazamientos del año, cerca de 16 millones en toda España, mientras en Asturias se registraban del orden de 250.000. El año pasado, la llegada de la Semana Santa coincidió con la etapa del confinamiento, una medida muy dura que se acentuó en esas fechas con la hibernación económica, asemejando los días de labor a sábados y domingos con todas las actividades suspendidas, salvo las esenciales, y la población recluida en sus domicilios. Un año más tarde la situación es menos agobiante, pero la pandemia sigue siendo el fenómeno alrededor del cual se orientan todos los quehaceres, desde la actividad intensa de hospitales y centros de salud, hasta la más diversa producción de bienes y servicios, pasando por la educación para llegar al ocio y la vida familiar.

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La primera cita turística del año queda aplazada. Asturias está cerrada perimetralmente y, como ha manifestado el presidente del Principado, ni se dejará entrar a nadie que no tenga una causa justificada ni se podrá abandonar la región. La Guardia Civil y la Policía harán 583 controles para garantizar que se cumplan las normas que incluyen la prohibición de entrar y salir en algunos municipios. Las procesiones de Semana Santa, que han ido ganando importancia a lo largo de este siglo, tampoco recorrerán las calles de ciudades y villas para que se pueda mantener la imprescindible distancia social.

Por duras y reiterativas que resulten las medidas adoptadas son necesarias. La incidencia media acumulada en los últimos14 días por cada 100.000 habitantes ha encadenado cinco subidas consecutivas hasta colocarse en 163,18 casos. La media española está en 138,6 casos. Con la excepción de Madrid, que con 243 casos tiene una incidencia acumulada muy superior al resto, Asturias, junto con Cataluña, País Vasco y Navarra, forma parte del grupo que supera el umbral de los 150 casos. Precisamente, esa es la cifra a partir de la cual el Ministerio de Sanidad propone cerrar el interior de los bares al público una vez que transcurra la Semana Santa. La medida estaba dentro de las recomendaciones contenidas en el mapa semafórico aprobado por el Consejo Interterritorial del pasado mes de octubre. El Ministerio de Sanidad, por su cuenta y riesgo, ha defendido hacer de la la recomendación una obligación. El Principado discrepa de Sanidad porque sigue una estrategia de modular las medidas por concejos, ya que la incidencia del virus es muy variada, mientras que el Ministerio de Sanidad propone cierres por comunidades autónomas. El Gobierno justifica la propuesta por la influencia de los aerosoles en los espacios cerrados, como principales agentes de expansión del virus. No se trata de discutir una u otra medida, sino de hacer una consideración política general. Si el Gobierno apostó hace nueve meses por la estrategia de traspasar la responsabilidad en la lucha contra la pandemia a las comunidades autónomas, debe ceñir su papel a la coordinación y orientación de políticas, dejando reducida la vía de imponer medidas concretas a la categoría de último recurso. Hay que evitar enfrentamientos estériles entre gobiernos cuando se lleva tanto tiempo peleando contra el enemigo común, en un momento en que surgen alarmantes signos de encontrarnos en el inicio de la cuarta ola y a tres semanas de empezar una campaña electoral caliente que tensará las relaciones entre gobiernos y partidos.

De la precaución con que actuemos esta semana dependerá que la cuarta ola sea un hecho o que baje el número de contagios. El objetivo es ganar tiempo, retrasar en lo posible el repunte de la pandemia para que aumente la población vacunada. La experiencia de países como Israel revela que el número de contagios cae un 85% con la mitad de la población vacunada. No cabe desfallecer cuando lo más duro quedó atrás.

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