5 años
Que las próximas pandemias nos lleguen con un Estado fuerte, una democracia consistente y con los mejores sistemas públicos sanitarios, sociales y educativos
Rafa Cofiño
Viernes, 14 de marzo 2025, 01:00
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Rafa Cofiño
Viernes, 14 de marzo 2025, 01:00
Todo lo he visto, de todo me acuerdo. En mis ojos yacen mis ayeres muertos.
(Rafael Berrio)
Durante algunas de las intervenciones que hice ... en la pandemia solía decir que en Asturias había muchas personas haciendo las cosas bien en diferentes sitios. Así fue. Han pasado cinco años raros. Algunas situaciones vividas muy en aquellos días parecen ahora infinitamente lejanas; otras, en cambio, siguen bien pegadas al costado.
Confieso que, a lo largo de este tiempo, he olvidado detalles 'técnicos' (aunque les aseguro que llegué a convertirme casi un experto en algunos temas durante aquellos años); lo que no se me han olvidado son ciertos nombres, personas, actitudes y responsabilidades. Pienso mucho en aquellos que han estado en las situaciones más complicadas: los que se han ido, los que han perdido personas queridas, las personas que trabajaban y gestionaban residencias y centros sociales, todos los equipos de educación, los diferentes equipos sanitarios, las fuerzas de seguridad y del estado, los equipos municipales, las personas que han trabajado en departamentos o en consejerías con recursos insuficientes, el movimiento asociativo que se movilizó para actuar en las costuras de la sociedad donde no llega ningún recurso, todos los diferentes puestos de trabajo, las personas en situaciones laborales muy complicadas , todas las que cuidaron desde diferentes sitios y que son quienes generan la urdimbre en esta sociedad, los que han sabido ser valientes y generosos y los que, por lo que sea, no lo fueron. Tenía mensajes de todos ellos en el móvil de trabajo durante aquellos meses. De gente muy diversa: de los que tenían más poder o los que no tenían nada de poder; gente con influencia y ciudadanos a pie de barrio; del oriente y del occidente y de todas las cuencas. No hemos olvidado nada. Algunas cosas las recordé ya anteriormente en otro texto de este periódico publicado, en marzo del 2022.
Pero estamos en 2025, y nos encontramos ante una situación mundial crítica, con unos Matones gobernando países como Estados Unidos, Rusia o Israel. Ahora, estos años, mi responsabilidad está en el Congreso de los Diputados. Aquí es complicado poder trabajar en condiciones normales cuando lo que predomina es lo comunicativo, el postureo, la falta de rigor y elegancia y la supremacía del ruido. Aunque esto de la política, en realidad, no es tan difícil, o no debería serlo. Necesitamos elegir qué tipo de Estado queremos: uno que rescate y privilegie los poderosos y las élites o uno que rescate, cuide y ofrezca protección a todas las personas mejorando las condiciones de las clases trabajadoras. Así de sencillo y así de complejo.
Decisiones trascendentales que solo pueden tomarse gracias al discreto trabajo diario de una escueta multitud silenciosa. A mí me tocó encabezar en Asturies una pequeña dirección que tiene solamente entre el 0,4-0,6% del presupuesto de la Consejería de Sanidad, pero a la que en aquel momento llamaba todo el mundo y a la que todo el mundo le pidió posicionamiento técnico y que pusiéramos el cuerpo. Todos los días. Y lo pusimos. Ahora mi papel es otro, pero me gustaría que estas líneas sirvieran para transmitir mi más sincero agradecimiento a todas las personas de Asturies. A todas, pero muy especialmente a las compañeras y compañeros de Salud Pública con las que tuve suerte de trabajar durante esos meses. Me siento muy orgulloso de todas ellas y creo que estuve en el mejor sitio que podría haber estado en aquellos años tan duros.
Cuando salgan estas líneas posiblemente ya se haya dado luz verde en la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados al proyecto de la ley de la Agencia Estatal de Salud Pública. Llega con 14 años de retraso. Ya se contemplaba en la Ley de Salud Pública del 2011. A veces –decía Yourcenar a través de Adriano– tener razón antes de tiempo es lo mismo que estar equivocado. Que no nos equivoquemos más. O en su defecto que nos equivoquemos poco. Y que las próximas emergencias o pandemias nos lleguen con un Estado fuerte, con una Democracia consistente, una sociedad civil movilizada y con los mejores sistemas públicos sanitarios, sociales y educativos.
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