Aurelio, otra voz gijonesa de la Transición
De una forma colateral al cincuentenario de la muerte de Franco, se han vuelto a emitir o a crear nuevas series sobre la Transición. Gracias ... a ellas hemos sabido lo de la 'Operación Pavo' por la que el zorro Torcuato mandó a un grupo de diputados –procuradores, se les llamaban– de las cortes franquistas al caribe para que no estén en la votación de la Ley para la Reforma Política, y otros avatares de unos tiempos convulsos, pero en los que se buscaba la reconciliación. La serie 'De la ley a la ley', basada en el libro de Pilar y Alfonso Fernández de Miranda 'Lo que el rey me ha pedido', es demasiado sobria, pero bien documentada. Yo recuerdo la voz de Torcuato, que tenía algo del 'cua cua' de pato, y que el actor Gonzalo de Castro, con una interpretación algo envarada no ha llegado a redondear. Sin embargo, y, centrándonos en el plano vocal, es excelente la interpretación en la miniserie 'Anatomía de un instante', de Álvaro Morte, como Suárez –la voz en ocasiones parece que es la del propio Suárez– y Eduardo Fernández, como Carrillo.
Las series nos recuerdan el peso apabullante de los asturianos en la Transición. Empezando por Torcuato, siguiendo por Carrillo, continuando por Sabino Fernández-Campos, el sostén del rey Juan Carlos –de hecho, cuando Sabino deja la Casa Real, Juan Carlos entra en barrena–, y terminando por una persona discreta, pero de un peso fundamental, en la Transición: Aurelio Menéndez. En 'Anatomía de un instante' aparece, muy bien interpretado por Pedro Casablanc, la figura de Teodulfo Lagunero, pero no se dice que en torno a Lagunero y los contactos con el primer Gobierno de Suárez, está Aurelio Menéndez, factótum de la legalización del Partido Comunista y apoyo, desde el de la transición democrática.
En 1955, Aurelio y Teodulfo sacan la cátedra de Derecho Mercantil, el primero con destino a Bilbao y el segundo a Cádiz. Fue el comienzo de una gran amistad, que, con divergencias políticas y culturales se mantuvo toda la vida. Aurelio tuvo una profunda vinculación con el poeta José Ángel Valente, al que dedicó uno de los grandes poemas de la segunda mitad del siglo veinte: 'Patria cuyo nombre no sé', que adelanta el espíritu de la Transición. Como preceptor del rey Felipe, como educador, jurista, político y hombre bueno y cabal Aurelio puso las bases de una Constitución que aún celebramos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión