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Recordarán que cuando los ministros toman posesión de su cargo juran o prometen entre otras cosas guardar el secreto de las deliberaciones del Consejo de ... Gobierno. Al presidente de Colombia no se la he ocurrido mejor idea que transmitir en directo una reunión de su gabinete. Como es lógico, se ha convertido en todo un espectáculo, entre populista y sentimentaloide. Inagotable, 6 horas, y que responde del todo a su ser, me atrevo a decir. Los reproches mutuos fueron épicos y sobre todo los de Petro al resto. Muy significativo, en suma.
Comenzó guionizado, con su alocución amplia y repleta de sandeces, no menos inauditas por muy esperadas que fueran. Ejemplifico algunas. Históricas: los conquistadores solo fueron a matar a los indígenas. Geográficas: Canarias es Andalucía y esta es mitad árabe incluso ahora; y España no es mediterránea, sino Palestina. Políticas, con ponderadas apreciaciones del estilo de que su política es de vida y la de sus rivales de muerte, aunque no le impidiera su militancia en grupos guerrilleros. Sanitarias y sociales, cuando pretende que la cocaína es menos perniciosa que las bebidas alcohólicas, como el whisky, y se demoniza por su origen latinoamericano. Lingüísticas, pues dice haber escribido, etc.
La obsesión antiespañola trufa todo su delirante y paranoico discurso, sin perjuicio de que interviniera en el pasado reciente en nuestro Congreso de los Diputados. La mejor prueba fue la ceremonia de la espada del libertador en su toma de posesión. Solo el Rey mantuvo la dignidad. Su importado indigenismo le permite sostener que Santa Marta sea de origen maya. El presidente alardea de revolucionario contra sus colegas del gobierno por él nombrado. Como buen demagogo se inviste humanitario a fuer de izquierdas, mientras la derecha masacra. Cuánto matiz y sutileza.
Tal doble rasero resulta emblemático del progresismo populista. Conmigo o contra mí es el lema. Cuando Cuerpo, nuestro ministro de Economía, se opone a las medidas de Yolanda Díaz, debuta de mala persona, pero cuando se pliega retorna de nuevo a la bondad. Ahora enfrenta la batalla contra Montero a cuenta del IRPF que amenaza reducir a pavesas su sedicente histórica subida del salario mínimo interprofesional. Que no decaiga.
Petro no solo porta este apellido, sino transmite a su imagen el mismo cariz. Acaba de bajarse literalmente los pantalones frente a Trump en un pulso que le duró menos que un suspiro, mas logra envalentonarse frente a sus súbditos y sus fantasmas. A la postre, muestra un inusitado coraje, océano de por medio, contra su antigua metrópoli, la denostada madre patria.
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