Un año después
Rebeca Fernández
Jueves, 30 de octubre 2025, 01:00
Mientras escribo estas líneas, comienza el Funeral de Estado por las 237 víctimas de la DANA que sacudió Valencia, Castilla La Mancha y Andalucía, hace ... exactamente un año. Sobrecoge ver a los familiares de las víctimas, emocionados, explicar a los reyes de España a quiénes habían perdido: hijos, esposa, padres. Las asociaciones de víctimas pidieron que no estuviera presente Carlos Mazón, el presidente de la Comunidad Valenciana, por la responsabilidad que tuvo en la negligente gestión de la catástrofe. Ni siquiera en este punto ha tenido la decencia de respetar el dolor de las víctimas. Se presentó en el acto y fue recibido con los gritos «¡Asesino!» por parte de quienes le recriminaban su presencia allí. Los familiares de 24 víctimas decidieron no acudir y dejaron sus sillas vacías para no compartir espacio con Mazón.
Recuerdo que aquella oscura tarde del 29 de octubre de 2024 hablé con mi amiga Esperanza, que vive en Valencia, para ver si se encontraba bien. Ella estaba esperando que su compañero volviera del trabajo. Su padre vivía en uno de los pueblos cuyo puente se había derrumbado. Su madre estaba hospitalizada y todas las carreteras estaban cortadas. Afortunadamente, no perdió a ningún familiar, pero la angustia que sentía me dio la medida de lo que estaba sucediendo. Al día siguiente, la noticia de los centenares de víctimas nos despertó y fue muy duro gestionar las emociones de mis alumnas y alumnos, que llegaban a clase cargados de preguntas, de miedos y de bulos que habían escuchado.
En el instituto, aprovechamos la ocasión para buscar respuestas y entender lo que estaba pasando. Los estudiantes investigaron, aquellos días, en qué consistía la crisis climática y cuáles eran las consecuencias que tenían sobre la población. También analizaron cada uno de los bulos que aparecían en las redes sociales y aprendieron a utilizar los verificadores de información. Mi amiga me seguía explicando cómo estaba la situación en Valencia. Llegaron días de mucho sufrimiento, pero también de mucha solidaridad. De toda de España se enviaba ayuda para Valencia, tanta que, a veces, fue difícil de gestionar. Después, comenzaron las manifestaciones pidiendo justicia, reclamando responsabilidad a quienes deberían haber hecho algo y no lo hicieron. El presidente de la Comunidad Valenciana nunca escuchó, nunca pidió perdón, nunca dimitió.
En el Funeral de Estado que ayer pudimos seguir por televisión, las familias portaban fotografías de sus familiares desaparecidos. Acompañar, recordar y conmemorar es necesario, es un acto de justicia y de memoria, pero no es suficiente. Mi amiga me explica que, en la manifestación del pasado sábado pidiendo la dimisión de Mazón, no les permitieron realizar el recorrido solicitado con la excusa de la celebración de un concierto que nunca se llegó a realizar. Termina el acto de homenaje y vuelven a escucharse las voces de los familiares de las víctimas, rotas por el dolor: «¡Mazón, cobarde! ¡Eres responsable! ¡No pararemos!». Ojalá se consiga hacer justicia y la justicia pueda, algún día, calmar el dolor de quienes perdieron a sus seres queridos.
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