Respiramos
Rogelio García
Lunes, 12 de mayo 2025, 02:00
La situación actual de Guille Rosas y Diego Sánchez es tema de frecuente comentario entre el sportinguismo. Las explicaciones del míster respecto a sus suplencias ... aclaran poco.
Guille no tuvo fácil llegar a donde está. Una vez asentado como el lateral derecho 'de la casa' que desde mucho tiempo atrás se demandaba, se vio relegado al banquillo con Ramírez, sustituido por un central 'mejor adaptado' para aquella original defensa asimétrica. Al final de esa temporada recobró la titularidad, acrecentada después con Albés y puesta ahora de nuevo en entredicho. Es unánime la opinión de que su sustituto no le supera en prestaciones defensivas, ni ofensivas. Si quedaba alguna duda, el sábado quedó disipada. Se emparejó con Yeremay, quizás el hombre más destacado del Dépor. Lo anuló por completo.
El caso de Diego es distinto. Logró adaptarse al puesto de central zurdo mediada la pasada campaña, destacando como una de las mejores promesas de la categoría en esa demarcación. Desde entonces ha jugado de central en línea de cuatro, de cinco, de lateral defensivo, ofensivo y hasta de 'carrilero'. Pedir a un guaje de 21 años regularidad en todas esas funciones igual es mucho pedir. Cuando no tiene un día bueno le toca banquillo. Suele pasar más con los jóvenes que con los veteranos. Cosas del fútbol. Diego es tan buen central como lateral. Como central lo demostró. Como lateral acumula más de cien partidos desde guaje, con un excelente rendimiento.
Garitano repitió dibujo ante el Deportivo (1-4-2-3-1), con Nacho Méndez y Olaetxea de pivotes posicionales y Gelabert (partidazo el del palentino) por detrás de Otero. El míster preparó el encuentro siendo fiel a su estilo. Ceder la iniciativa al rival para salir en transiciones rápidas. Salió bien el planteamiento.
En el primer tiempo, el Deportivo tuvo la posesión y el dominio, pero sin apenas llegadas. Mostró un cierto relajamiento en el repliegue tras perdida. El Sporting juntaba las líneas en bloque medio, con todo el equipo, excepto Otero, por detrás del balón. En ataque el cuadro rojiblanco tenía espacios para correr. Los dos goles vinieron tras una perfecta ejecución del contraataque. Los errores en el último pase evitaron una diferencia mayor.
Tras el descanso, el conjunto gallego arriesgó con un 1-4-4-2 muy ofensivo, obligando al equipo gijonés a defender cerca del área. Un error defensivo en un centro lateral (uno más) propició un 2-1 que llevó los nervios al campo y a la grada.
Los cambios de Garitano dieron la frescura que el equipo demandaba desde hacía tiempo. La defensa de cinco final (con Olaetxea como tercer central) no evitó los apuros en el juego aéreo. En el banquillo sí había centímetros. Otra cosa es confianza.
Quedar lo más arriba posible es importante. Dar oportunidades a quienes menos tuvieron, también. Pero acertar con la planificación de la plantilla es fundamental. Tres temporadas de cuatro jugando en el alambre es suficiente.
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