Mucho trabajo por delante
Rogelio García
Lunes, 19 de mayo 2025, 00:01
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Rogelio García
Lunes, 19 de mayo 2025, 00:01
En Málaga, Guille Rosas volvió a ser titular y Diego Sánchez, suplente. A su llegada, el míster manifestó haber visualizado varios partidos del Sporting. No ... debieron de coincidir con aquellos en los que Diego era, con diferencia, el mejor central a ojos de afición y medios informativos.
Tampoco debió de ver la enorme diferencia entre Guille y su sustituto. La habrá visto ahora. Guille tuvo un rendimiento notable el pasado sábado. No fue una sorpresa. Diego no estuvo bien. Con tanto cambio de posiciones y hasta de opiniones sobre su demarcación ideal es lógico que lleve al desconcierto. Con solo 21 años, más aún. Recuperar a Diego, que era uno de los pilares sobre los que apoyar el proyecto (o aliviar la tesorería), parece lo más lógico.
No hizo un mal partido el Sporting en Málaga. Quizás el mejor como visitante de la etapa Garitano. Pero errores colectivos e individuales y algunas decisiones técnicas difíciles de entender impidieron puntuar.
El míster apostó por el habitual 1-4-2-3-1, frente al 1-4-4-2 local. La aparente superioridad rojiblanca en el centro del campo facilitaba una mayor fluidez en el juego ofensivo. En el inicio desde atrás, los laterales apenas adelantaban su posición buscando atraer rivales, para posteriormente intentar encontrar espacios libres en zonas ofensivas. Como esa táctica no daba excesivos resultados visibles, no tardó Yañez en escoger la practicidad de un pelotazo.
En defensa el Sporting se colocaba en bloque medio, con repliegue intenso por detrás del balón, dejando a Otero solo en punta. Los peligros venían, de nuevo, en centros laterales que no encontraban la contundencia necesaria en nuestros centrales. Quizá la ayuda de un pivote metido en el área en ese tipo de jugadas podría haber paliado esa fragilidad. De todas formas, el 0-0 al descanso no reflejaba la superioridad gijonesa.
La segunda parte trajo el intercambio de posiciones de Gaspar y Nico Serrano. Ello propició los desdoblamientos de Pablo y especialmente de Guille. En uno de ellos vino el gol rojiblanco, tras un excelente centro del lateral derecho y mejor remate de Otero.
A partir de ahí, sorprendentemente, vino una sucesión de errores individuales y colectivos en perfilamientos, colocación y disputas que, junto al bajón físico y decisiones técnicas extrañas, ayudaron a dar la vuelta al marcador.
Sustituir a Gelabert, referencia ofensiva del equipo, por un defensa para colocar una línea de cinco con 1-1 en el marcador, resultaba difícil de entender. Ni siquiera si estaba previsto anteriormente. Nadie obligaba a realizarlo. Sacar a Campuzano en el minuto 88 o no agotar los cambios, tampoco parece fácil de explicar.
Una derrota quizás inmerecida, que deja una vez más patente la necesidad de convertir en hechos las promesas de invertir en una plantilla que permita luchar por objetivos más ambiciosos que salvar la categoría.
De momento, ganar el domingo rebajaría un poquito el descontento generalizado.
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