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La política internacional produce extraños compañeros de cama, la URSS y la Alemania nazi pactaron el reparto de Polonia y un acuerdo de no agresión ... que les sirvió para ganar tiempo antes de terminar con toda una generación de jóvenes de ambos países que ni se conocían ni se odiaban, pero acabaron matándose. Ribbentrop y Mólotov aplazaron su odio a nueve días de iniciarse la mayor matanza del siglo XX y además de desmembrar Polonia, su intención era repartirse Finlandia, que perdió la mayor parte de la región de Carelia pero acabó propinando un buen revolcón al oso soviético en la conocida como Guerra de Invierno. Las cláusulas secretas también incluían la graciosa concesión de las repúblicas bálticas, que se acabaron uniendo tácitamente al Eje para evitar ser absorbidas por Moscú. Como parte del botín de guerra, Rusia convirtió la antigua capital prusiana de Könisberg en el 'oblast' de Kaliningrado, un enclave privilegiado cuya simple existencia desmiente la teoría del 'cerco a Rusia', que esgrimen los geo-estrategos de pacotilla que todavía creen que la historia se escribe a través de las luchas entre buenos y malos. Tampoco escasean nostálgicos del socialismo real, que como mamíferos territoriales que buscan el rastro de los orines de sus ancestros creen ver en Rusia, convertida hoy en epítome del capitalismo salvaje y la sacralización de la Iglesia Ortodoxa, los reflejos de la antigua potencia soviética, que escamoteó el imperialismo zarista travistiéndolo de internacionalismo proletario. A poco que uno viaje por las antiguas repúblicas soviéticas y países satélites se puede apreciar de todo menos aprecio por la antigua metrópoli, que esquilmó sin misericordia los recursos naturales de cada pueblo que caía bajo su bota, con la misma ausencia de escrúpulos que demostraron otros imperios como el inglés, el belga o el estadounidense. Hay quien no se siente protegido si no le cobija el color caqui o un gobierno 'fuerte', heredero de quienes sustituyeron a la burguesía por la nomenclatura del partido único y a esta por la oligarquía oportunista que se hizo con los jirones de la URSS hasta privatizar sus logros económicos y recursos. Si relatamos otros oprobios, tenemos un amplio arsenal que va desde el 'holodomor', la hambruna a la que fueron condenados los ucranianos durante el estalinismo, la explosión de Chernobyl o la cesión por Kiev de su arsenal nuclear. La historia se vuelve a repetir y convierte en compañeros de juegos a personajes tan diversos como Trump, Putin, Orban o Abascal. Frente a una Europa de tecnócratas que se mira el ombligo entre sábanas de raso y pacifismos de salón deberíamos estar listos para defendernos. Quien es capaz de aniquilar a una hornada de su propio pueblo puede hacer cualquier cosa.
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