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Es una novela de Juan Benet que describe un territorio mítico, un jardín de la memoria como el que todos guardamos como vestigio de nuestras ... vivencias. Benet era un ingeniero de caminos que repasó las arrugas de aquel erial que era España, en la que tantos pueblos quedaron en silencio para que sus habitantes se enfrentaran con acentos ajenos, a cambio de una vida lejos de la miseria, encontrándose con otras penurias de guerra y desarraigo. Víctimas de aquella Asturias de los años veinte, de terratenientes y minifundios, mis abuelos tuvieron que emigrar desde Salas, para caer en un barrio madrileño con nombre de entrada al paraíso, La Puerta del Ángel, convertida durante la Guerra Civil en santuario de la ruina, bajo un cielo del que no caían panes sino bombas, donde las cuatro gallinas que tenían los vecinos en los patios se devoraban los ojos unas a otras y las mondas de patata y de plátano eran parte de la dieta de los que no habían muerto en las explosiones o con el tifus. No fue mejor su vida de la de los que se llegaron a ciudades de nombre impronunciable, con sus maletas de cartón, atadas con cuerdas y llenas de necesidad. El caso es que, animado por unas pocas horas libres en la capital, me encaminé al antiguo barrio, presa predilecta de los especuladores, dispuestos a aprovechar cada metro cuadrado para sus oscuros fines. Poco imaginaba esa desorientada garza de Madrid-Río que su simple existencia pudiera atraer a los amantes de los simulacros de naturaleza, que acabarán pereciendo infartados a las orillas de uno de esos terrarios en los que pretenden encapsular la vida saludable. Callejeo entre oscuros colegios concertados, antaño segregados por sexo y hoy abiertos a todos por el declive de la natalidad. Las tiendas de hielo hoy son bazares chinos, colmados ultramarinos, 'outlets' de productos con taras o a punto de caducar. Ya nadie recuerda la ubicación del bar El Porrón, donde un loro azulado preguntaba a los parroquianos si habían pagado la consumición. La casa de ladrillo de la 'Chon', la niña que se hizo vieja, doblada por la 'polio', que tenía en mi madre a su única amiga, es solo una ruina disputada por herederos avariciosos. En los parabrisas de los coches alternan papelitos con leyendas como: «Busco piso para comprar, no importa estado» o «Tenemos inversores chinos que quieren comprar en esta zona». Las calles Barrafón y Grandeza Española se agazapan bajo el sol de febrero, esperando el golpe de gracia. Resiste la asociación cultural La Regadera y la casita del número 87, último rescoldo del primer barrio obrero de Madrid. Volverás a Región aunque ya solo exista en tu memoria.
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