¿Y qué salvamos esta vez?
Hemos salvado la Navidad, aunque ahora, con la curva de contagios y muertes en aumento, nadie se hace responsable del salvamento. De momento, no nos piden prepararnos para para salvar la Semana Santa o el verano, pero al tiempo
Si en lugar de ser las personas mayores las más vulnerables frente al coronavirus, lo fueran las personas de entre 30 y 50 años, la ... gestión de esta pandemia que vivimos sería muy distinta. Estoy convencida de ello. Si quienes enfermasen en mayor número y murieran fueran personas comprendidas en esa franja de edad de la que les hablo, no habría oposición a muchas de las medidas que hoy se toman, nadie se atrevería a manifestarse por la calle para que el mundo, los ciudadanos, eligieran entre la economía y la salud, porque serían esos que se manifiestan los que estarían en peligro. Tampoco los gobiernos primarían salvar diferentes campañas y fiestas en lugar de salvar la salud o se haría la vista gorda ante las actuaciones irresponsables de determinados colectivos. Podría poner ejemplos hasta quedarme sin papel, pero solo voy a poner uno más.
El 14 de febrero, ese día de amor y desamor, estaban previstas elecciones en Cataluña. Por parte del partido socialista se iba a presentar el ministro Illa. Los socialistas estaban muy contentos porque las encuestas les eran favorables. El ministro cae bien y eso les iba a ayudar a ganar muchos votos y quién sabe si a llegar a la presidencia de la Generalitat con la ayuda de otros grupos de la cámara catalana. Era una posibilidad que se barajaba en Moncloa con regocijo –Illa, Illa, Illa...–, pero entonces llegó la tercera ola y se les frustró el plan, porque parece ser que les pilló por sorpresa. Y eso es para hacérselo mirar. Cada vez que sale algún político en rueda de prensa y nos habla de la tercera ola como si fuera algo que nadie esperaba, una sorpresa, una calamidad insospechada, una asunto increíble e imprevisto, 'Oh, my God', dan ganas de decir muchas cosas y ninguna bonita. El caso es que la situación pandémica podía acabar con las aspiraciones socialistas, así que intentaron a todo a costa no aplazar las elecciones, cosa que no han logrado, anteponiendo sus intereses a la salud. De nuevo había que salvar algo que nada tenía que ver con los ciudadanos y mucho menos con los más vulnerables.
Salvar. Una palabra que usamos mucho, pero que no siempre se orienta de forma correcta. Hemos salvado la Navidad, aunque ahora, con la curva de contagios y muertes en aumento, nadie se hace responsable del salvamento. ¿Se acuerdan de todos aquellos mensajes de unos y otros llamando a dicho socorro? Seguro que sí. Pues ellos, los protagonistas, lo han olvidado y por lo tanto, es lo que tiene la mala memoria, nadie se hace responsable, al igual que nadie se hizo responsable de la salvación del verano cuando llegó la segunda ola. De momento todos callan y ninguno se atreve a pedirnos que nos preparemos para salvar la Semana Santa o el verano próximo, pero al tiempo. Todo es una cuestión de tiempo y no solo para que nuevamente volvamos a tropezar con la misma piedra, que también, sino para que este –factor tan sabio que si bien no todo lo cura, por mucho que de tal forma lo asegure el dicho, sí lo hace más liviano y llevadero– nos demuestre la poca memoria de quienes nos gobiernan, así como el egoísmo de una sociedad (incluidos en ella todo los agentes sociales que quieran) que no sabe o no quiere aprender de su pasado para no cometer los mismos errores.
Empezaba diciéndoles que si en vez de a personas mayores, esta pandemia hubiera comenzado afectando directamente a personas de una edad inferior, todo sería bien distinto. Algo que el tiempo nos demostrará cuando dentro de unos años alguien estudie lo aquí ocurrido y analice las decisiones tomadas. Entonces, como ha sucedido con otros escenarios difíciles de la humanidad, seremos juzgados y, a tenor de las actuaciones de este mundo nuestro, creo que ese juicio nos va a dejar en muy mal lugar.
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