El crecimiento exponencial de Vox
Ni Foro ni el Partido Popular se quieren enterar de que, viendo la evolución mes tras mes, la formación denostada podría tener la llave política del gobierno de Asturias y del Ayuntamiento de Gijón
De aquí a que se celebren las municipales de 2027, la cosa política en Gijón se va a poner divertida, y lo digo porque, a ... poco que espabilen los socialistas locales acertando en la designación de candidato o candidata a la alcaldía, podrían ser otra alternativa de gobierno diferente al del mal llamado centroderecha. Realizo esta consideración al observar que las formaciones –en este caso las que constituyen el gobierno municipal de la ciudad– tratan a Vox como un apestado al que hay que desodorizar, ignorándolo de momento para que forme parte de esa alianza de partidos. De lo que no se quieren enterar torpemente ni Foro ni el Partido Popular es que, viendo la evolución mes tras mes, la formación denostada podría tener la llave política del gobierno de Asturias y del Ayuntamiento de Gijón; el crecimiento exponencial de Vox en toda España no va a ser una excepción en Asturias. Aunque la situación a nivel local y regional es diferente. En lo que respecta al PP gijonés, desde hace unos meses este partido comienza a garrear de manera importante sobre su inestable fondo de la centroderecha. Su pérdida de anclaje en Gijón se produce a consecuencia de su sumisión a Foro –tras el acuerdo suscrito hace meses entre Queipo y Pumares–, que ha desarmado internamente a los Populares, quienes pierden cualquier opción de poder ser considerados fuerza relevante con pretensiones para gobernar la ciudad. Tal es así que en la sede de Álvarez Garaya ya le han manifestado abiertamente al presidente local, Andrés Ruiz, que así no se podía seguir y que la dignidad del partido estaba por encima de todo. El paso valiente de Ángela Pumariega marcó un punto de inflexión entre muchos militantes: se negó a guardar silencio y contradijo a Foro en el polémico cierre y traslado del Museo Piñole al edificio de Tabacalera, pese al tirón de orejas que llegó después desde Oviedo. Ello ha generado que, en las últimas semanas, Álvaro Queipo tomase las riendas del gobierno local del PP. Quiso dejar claro que no permitirá ningún movimiento en la oscuridad que perjudique su relación con Foro Asturias de cara a las próximas autonómicas. Vamos, un mandato al más puro estilo tejeril de «¡Quieto todo el mundo!». En reiterados encuentros con el grupo municipal popular gijonés, Queipo ha insistido en que el pacto suscrito en Oviedo era inamovible, y quien no estuviera de acuerdo ya sabía dónde tenía la puerta.
Tras la acción de Pumariega, no es casual la salida de hace unos días de Andrés Ruiz junto a Pintueles, Lanza y Martínez Salvador para escenificar que el pacto de gobierno goza de una excelente salud. A estas alturas, nadie se lo cree. El reciente acto de Naval Azul, celebrado hace escasas jornadas en el acuario de Gijón y presidido por la alcaldesa de la ciudad, sin embargo, mostraba lo contrario: a pesar de estar invitados, no se vio a ni un solo miembro del PP, tampoco a Pumariega en su doble condición de vicealcaldesa y presidenta de Impulsa, la empresa pública encargada de la gestión del futuro proyecto empresarial sobre los terrenos de Naval Gijón. Es más, el resquemor generado tiene pinta de que, más pronto que tarde, terminará en un ronchón de considerables dimensiones. El tiempo lo dirá. Creo sinceramente que Álvaro Queipo se ha equivocado de estrategia al entregarse en cuerpo y alma a Foro, tanto en Oviedo como en Gijón, y de manera precipitada. Mucho me temo que, si el PP llega a las autonómicas de 2027 aliado con Foro, difícilmente podrá contar con Vox para formar gobierno. El antecedente del desahucio de este partido de la primigenia coalición de gobierno municipal de Gijón, acaecido al principio del mandato, ha supuesto un antes y un después para Vox, quien no quiere oír ni hablar de la señora Moriyón. Tampoco Foro se lo pondrá tan fácil al PP, ya que, para el caso de que Álvaro Queipo siga empeñado en ir juntos a las autonómicas, los foristas exigirán que en la lista electoral Pumares vaya acompañado de otros diputados de su partido, pero con posibilidades de salir; esto obligará a la cesión de escaños de populares en favor de aquellos, y la cruda realidad es que no caben todos. Por lo que me cuentan mis corresponsales peperos en Oviedo, esa preocupación ya comienza a sonar con cierta insistencia, puesto que sus propios compañeros de partido saben que Queipo está dispuesto a pactar al precio que sea con tal de verse alojado en Suárez de la Riva.
Concluyo: tras un análisis rápido de la situación, hay que decir en favor de la alcaldesa de Gijón que, hasta la fecha, es la única persona que tiene las ideas claras sobre la relación de su formación con el Partido Popular; basta comprobar sus últimas intervenciones en las que públicamente, por activa y por pasiva, viene manifestando que con el PP nada tiene que ver. Una contundencia con la que hace entrever al respetable que, a día de hoy, no lo necesita para nada. Finalmente, y enlazando con el inicio de este artículo, no hace falta ser politólogo de raza para intuir que los socialistas gijoneses podrían volver a gobernar la ciudad. El pacto de gobierno actual ofrece pocos (por no decir nulos) resultados. Sus protagonistas parecen más pendientes de la magia que de las verdaderas necesidades de Gijón. Y, encima, sin el apoyo de Vox. La situación no resulta muy halagüeña, que digamos. Queda claro así que el PP gijonés, para evitar su confusión política con su actual socio de gobierno, ha de dar un paso adelante: debe demostrar su independencia en acciones de gobierno y, lo más importante, apostar por un candidato con ambición y liderazgo. Si, además, tiene capacidad para llegar a acuerdos con Vox, miel sobre hojuelas. Quedan casi dos años, y en política ese tiempo ayuda a tejer replanteamientos. Después no valdrá el llanto y el crujir de dientes.
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