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Las incertidumbres sobre la Laboral como Patrimonio Mundial

Parece conveniente la existencia de un acuerdo plenario del Ayuntamiento de Gijón apoyando la iniciativa del Gobierno regional con el sostén mayoritario de los grupos políticos y la alcaldesa de la ciudad al frente

Jueves, 9 de octubre 2025, 02:00

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Quedan cuatro meses para que se cumpla el año desde que la Consejería de Cultura del Gobierno del Principado consiguió la difícil tarea de incluir ... a la Universidad Laboral en la Lista Indicativa del Ministerio de Cultura para su declaración como Patrimonio Mundial por la UNESCO. Iniciado el procedimiento, a nadie se le escapa que es solo un grano de arena dentro de un enorme desierto lleno de dificultades de diferente consideración, máxime cuando hay otras ciudades en España que también aspiran a este trascendental reconocimiento para sus propios referentes culturales, e incluso hay candidaturas en las que se propone una ciudad con todos sus contenidos patrimoniales y los pertenecientes a su idiosincrasia cultural. Es cierto que ha pasado un tiempo prudencial desde que los asturianos fuimos conocedores de tan importante noticia sin que, a día de hoy, conozcamos todavía la trazabilidad de la hoja de ruta preparada por la Consejería de Cultura y, de manera especial, la importante memoria técnica para llegar a la presentación de la candidatura de manera formal. De igual manera, también se ignora el 'feedback' del propio Ministerio de Cultura y del Consejo del Patrimonio Histórico para poder hacer conjuntamente una evaluación de posibilidades. En este contexto, y en relación con la competencia que tiene nuestra Universidad Laboral —y, por lo tanto, Gijón—, no puede pasar inadvertida una noticia reciente publicada en los medios de comunicación: la ciudad de Sigüenza ha presentado su candidatura para que se reconozca como Patrimonio Mundial lo que ya se conoce como el 'Paisaje Dulce y Salado'. Se trata de una propuesta en la que se contempla una combinación de un entorno natural con valores culturales y patrimoniales, quedando incluidos, además, edificios señeros con cientos de años de historia que también aspiran a ese mismo reconocimiento internacional. En esa iniciativa participan instituciones públicas y privadas. Todas trabajan de forma coordinada, cogidas de la mano, con una visión a largo plazo, un enfoque conjunto que representa, sin duda, la mejor garantía para presentar una candidatura muy potente. En este punto, y por hacer una comparativa constructiva, conviene formular esta pregunta: ¿Qué separa a Gijón de Sigüenza en cuanto al engranaje necesario para intentar el objetivo deseado? En primer lugar, y con independencia del camino emprendido por el Gobierno presidido por Adrián Barbón, se echa de menos el nexo de unión personal entre la propia consejera de Cultura —Vanesa Gutiérrez— y el Ayuntamiento de Gijón, presidido por Carmen Moriyón. Sin ningún género de duda, servirá como la mejor demostración de unión entre instituciones para este transcendental objetivo común. De igual manera, parece conveniente la existencia de un acuerdo plenario del Ayuntamiento gijonés apoyando la iniciativa del Gobierno regional con el sostén mayoritario de los grupos políticos sentados en la bancada consistorial con la alcaldesa de la ciudad al frente del Ayuntamiento liderando este reconocimiento tan importante para la ciudad. En este sentido, se puede echar de menos el apoyo del Grupo Municipal Socialista, quien seguro que estará de acuerdo con todo lo que sea bueno para la Universidad Laboral. Resulta de perogrullo que lo primero que se preguntará el comisariado de la UNESCO es lo que opina el Ayuntamiento de la ciudad donde se encuentra el complejo artístico-cultural con pretensiones para la declaración mundial.

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