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Lamparones judiciales

A estas alturas ya todo el mundo sabe que Álvarez-Cascos resultó absuelto de forma indubitable del delito de apropiación indebida del que irresponsablemente se le había acusado

Jueves, 15 de mayo 2025, 02:00

Lo dijo en su día la gitana desairada, quien espetó a no se sabe quién: «Pleitos tengas y los ganes», maldición curiosa que, a buen ... seguro, habrá rondado por la cabeza de doña Carmen Moriyón y de la de Adrián Pumares cuando hace escasos días de nuevo recibieron otro revés judicial, proveniente ahora del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, en el asunto Cascos. Sorprende que ambos, en su condición de políticos con un sonrojante currículum judicial, hayan cometido la insensatez de emprender una causa llena de insidias, contradicciones y maliciosas medias verdades contra quien en su día fue el fundador de Foro Asturias y compañero de partido. La sentencia de esta segunda instancia ratifica en todos sus términos, con puntos y comas, el primigenio fallo salido hace pocos meses de la Audiencia Provincial. A estas alturas ya todo el mundo sabe que Álvarez-Cascos resultó absuelto de forma indubitable del delito de apropiación indebida del que irresponsablemente se le había acusado. Con ello, se puso de manifiesto por una vez más que el único móvil de los promotores de este encausamiento fue la inquina personal. No hay otra razón. A partir de ahora, a los promoventes de la demanda se les pone muy cuesta arriba la fallida causa, ya que de cara a la opinión pública asturiana quedan marcados como autores de un escarnio presidido por una incomprensible venganza. Llegados hasta aquí resulta paradigmático que lo hicieron sabiendo que sus delantales políticos estaban llenos de lamparones judiciales. Una frase –que quedó esculpida a lo largo de siglos en las mentes de todas las generaciones– siempre ha servido para señalar la hipocresía de las personas que, erigiéndose defensoras de la más pura moralidad están buenas para hablar al aparecer inculpadas y condenadas por diversos hechos punibles; los sabios pasajes evangélicos siempre están repletos de contemporaneidad y de verdad, y para el caso que nos ocupa, resulta que ni pintiparado aplicar el de: «Aquel de vosotros que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra».

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