Persona buena y sabia
Sergio Pérez-Holanda
Director del Hospital Valle del Nalón
Martes, 18 de febrero 2025, 01:00
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Sergio Pérez-Holanda
Director del Hospital Valle del Nalón
Martes, 18 de febrero 2025, 01:00
El pasado domingo 16 de febrero de 2025 falleció plácida y silenciosamente Ignacio Blanco, médico humilde, trabajador y bondadoso. Con este neumólogo como profesión, e ... investigador como pasión, tuve el inmenso placer de coincidir hace dos decenios en el Hospital Valle del Nalón, donde ejercía como jefe de Neumología.
Desde aquel momento hasta unos días antes de su fallecimiento, siempre dispuso de reserva suficiente de energía para emprender cualquier iniciativa, y su sutileza y humor formaban parte de ese divino arte secreto, solo accesible a los más sabios.
Un arte que ejercía sin intenciones egoístas, y sin prisa para descubrir todas y cada una de las causas de cualquier efecto, en la búsqueda de la verdad.
También con ese arte, se enfrentó a su enfermedad con la que estuvo luchando junto con los suyos durante los últimos 10 años.
La flexibilidad en sus puntos de vista, esa flexibilidad sincera, no era al contrario una debilidad, sino una fortaleza. Durante toda su vida, su fuerza discursiva radicaba en esa flexibilidad. Una fuerza que destilaba en cada una de las clases magistrales que se dedicó a impartir por todo el mundo, ya convertido en una referencia mundial de la proteómica y por lo que quisieron esculpirle una estatua en una de las más prestigiosas universidades europeas, a lo cual él nunca accedió.
Una fuerza y flexibilidad destacadas que le motivaban y le permitían desarrollar en todo momento una paciencia alegre, evitando los personalismos y los personajes.
Ese entusiasmo se renovaba día a día en su quehacer diario, gracias a esa experiencia exclusiva de conocer el funcionamiento de las cosas, las cuales permanecerán publicadas indexadas en la Biblioteca Nacional de Salud Norteamericana a nuestra disposición (PubMed).
Ese gozo y esa alegría eran su verdadera energía impulsora. Con dedicación y agradecimiento perpetuo a las oportunidades que la vida le había deparado, consideraba toda circunstancia como fértil, por muy difícil que hubiera podido parecer a primera vista.
La cercanía de la muerte le provocó una mayor aceptación del sufrimiento y un humor aún más cálido del habitual, junto con una mayor compasión hacia cualquiera que sufriera. En definitiva, la aceptación de su propia mortalidad le había transformado aún más hacia la bonhomía.
Por todo ello y más, considero al profesor Dr. Ignacio Blanco, como uno de mis maestros de referencia, que he tenido la inmensa suerte de conocer, y del que aprendí fácilmente, gracias a su generosidad, sabiduría y altruismo.
Falleció consciente y alegre de una vida plena, mirando de frente a su destino, y eso también formará parte de las enseñanzas que me ha transmitido. Descanse en paz.
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