La sexta ola altera la Navidad
La evolución de los contagios y la nueva variante obligan a situarse en un escenario distinto al que teníamos hace un mes
Desde mediados de octubre, la incidencia del coronavirus experimentó un crecimiento constante en España. Un mes antes, en los principales países europeos, como Alemania o ... Francia, la incidencia acumulada a 14 días por 100.000 habitantes ya estaba por encima de los 150 casos; en el Reino Unido rozaba los 700. Tras la primera semana de noviembre, cuando todas las comunidades autónomas entraron en riesgo medio, Asturias se mantenía en riesgo bajo. Pero una vez más se comprobó que la transmisión del virus no conoce límites geográficos o administrativos y nos vimos arrastrados por la tendencia general hasta llegar a las puertas de la Navidad en un estado de intensidad epidémica inquietante. Somos la cuarta región con una incidencia más elevada, con 425 casos. Del 3 al 10 de diciembre se detectaron 2.201 casos positivos y hubo 11 fallecimientos entre personas con edades comprendidas entre los 57 y los 77 años. La penetración del virus es especialmente acusada entre los menores de 12 años y en la franja de edad que va de los 60 a los 69. Es evidente que la inoculación de la primera dosis para los niños de entre 11 y 5 años y completar la administración de la tercera dosis a los mayores de 60 va a mitigar la incidencia.
Con 871.085 personas (85,5% de la población) ya vacunadas la expectativa del rebrote de covid para situarse en cifras de riesgo alto no se encontraba entre los escenarios previsibles. Los responsables nacionales y autonómicos no pudieron evitar que la brillante campaña de vacunación, ejemplo para toda Europa, se convirtiera en disculpa para relajar las prácticas virtuosas seguidas por la ciudadanía en los momentos más duros de la pandemia. Tampoco se percibió que la infancia, al no estar vacunada, iba a ser la puerta de entrada masiva del virus en las familias y centros educativos. Se trabajó con la idea de que un porcentaje de vacunación del 70% o 80% nos permitiría acceder al estatus de inmunidad de grupo, una hipótesis que está muy lejos de verificarse. Esto no quiere decir que debamos relativizar el valor de las vacunas. En modo alguno. Las vacunas constituyen el arma que encontró la ciencia para preservar a la humanidad. De no ser por el efecto que producen estaríamos a estas alturas hablando de cientos de miles de muertos en España, o tal vez más, y decenas de millones de decesos en el mundo. Ahora bien, defenderse del virus en una sociedad urbana, interrelacionada, requiere de una estrategia más amplia que complemente el efecto de las vacunas. Hacen falta directrices claras y ágiles de los gobiernos y una respuesta social responsable. No se acaba de entender que profesiones de riesgo, como los enseñantes, no sean tratados como un colectivo preferente para recibir la tercera dosis, cuando sí lo son los trabajadores sociosanitarios.
El sistema sanitario, una vez más, cumple con gran profesionalidad su tarea; se ha abierto una UCI covid en el Hospital de San Agustín, se hacen 6.000 PCR diarias, se reorganiza toda la actividad programada y la Consejería de Salud tendrá reuniones inmediatas con hosteleros y hoteleros, por un lado, y con los equipo directivos de los centros docentes, por el otro. La cuestión de los medidores de CO2 estará presente en ambos encuentros. La llegada de la variante ómicron a nuestra región -ya se detectaron cuatro casos- va a complicar la situación, dada la capacidad de contagio que ha demostrado en países como Dinamarca, donde ha multiplicado por 35 su incidencia en diez días, o en Reino Unido, donde se calcula que hay 10.000 casos ahora y se prevé que a final de año llegarán al millón. Pese a la ilusión que habían despertado, no vamos a poder vivir las Navidades de la normalidad. Comidas de empresa y celebraciones familiares van a quedar suprimidas o reducidas, lo que supone también otro durísimo varapalo para la hostelería asturiana. Es preciso completar los ciclos de vacunación a la mayor brevedad posible y cumplir a rajatabla los protocolos de seguridad, con mascarilla en lugares cerrados y distancia interpersonal en todos los contextos para que mitigar el golpe de la pantemia y también los sacrificios económicos con los que nos castiga.
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