Tempus fugit
Quien piense que no concluir los proyectos en tiempo hábil da igual, quien crea que es lo mismo tardar dos, cinco, diez o veinte años en exigir responsabilidades o en abordar esas reformas de las que todos hablan, pero nadie ejecuta, se equivoca y mucho
Jesús Leonardo González y Francisco José del Campo, durante años director y secretario del Instituto Rey Pelayo de Cangas de Onís, comparecieron al final de ... aquella tarde del 28 de marzo de 2013 ante la comisión de investigación del parlamento asturiano que la prensa dio en llamar del 'Caso Marea'. Mas de tres años desde que el 3 de febrero de 2010, Azucena Vega, una ciudadana anónima, había puesto una denuncia en la comisaría de policía de Gijón por unos supuestos pagos del Principado de los que nada sabía.
A Jesús y Francisco, junto a otros equipos directivos de centros públicos, les habían citado en comisaría meses antes para que identificasen facturas y albaranes referidos a obras y suministros recibidos en su instituto y, se suponía, avalados con sus firmas. Pero esta vez era distinto, iban a hablar delante de representantes de todos los partidos, o mejor dicho de representantes de todos los asturianos, en una comparecencia pública y con cámaras. Según les iban enseñando facturas y expedientes su indignación iba subiendo de tono. Cuarenta años en la enseñanza pública haciendo encaje de bolillos para mantener en pie aquel centro emblemático del Oriente de Asturias con la permanente letanía de 'no hay dinero'. Aprovechando las prácticas de los módulos de carpintería metálica para que fuesen los alumnos los que, curso a curso, cambiasen las viejas ventanas de aluminio por otras más modernas en las que no se filtrase el relente de los Picos, tirando de amigos de Cangas para que facilitasen los cristales a buen precio, y sin recibir ningún material para talleres desde el noventa y dos. Y ahora resultaba que sus firmas, falsificadas por supuesto, avalaban que solo en el 2009 en su centro se habían cambiado todas las ventanas y recibido mobiliario y material por más de 400.000 euros, incluidos ratones inalámbricos a 193 euros la unidad. Para que el olvido no se lleve esta peripecia y algunas otras, está el que, seguramente, es el mejor libro que se ha escrito sobre corrupción en los últimos años: 'Renedo no es un caso', de Ramón Muñiz. A cuyo fino olfato periodístico debemos el saber que de todo aquel sindiós de facturas falsificadas, a fecha de hoy, junio de 2022, el Principado ha recuperado 478 euros, y no precisamente por su impulso.
Decía ayer el Consejero de Cohesión Territorial que esperaba que el próximo año entrase en funcionamiento la Autopista del Mar Gijón-Nantes. Reentrase debería haber dicho, pues ya funcionó en dos periodos, el último entre 2010 y 2014. Pero es que en 1991 ya existió una autopista del mar que adelantándose a su tiempo conectaba Gijón con Lorient, en plena Bretaña. Mérito de un consejero, aquel sí, visionario, Jesús Fernández Valdés del gobierno de Pedro de Silva.
'Caso Marea', Autopista del Mar, el cerebro entra en un bucle asociando ideas y empieza a saltar de rama en rama: Variante de Pajares, regasificadora, metrotrén, Zalia, Ronda Norte, Área Central...Todo atado por el invisible lazo del tiempo, por la extraña, compleja y paradójica relación de Asturias con el tiempo, la que nos hace vivir permanentemente entre paréntesis, anunciando, diseñando, reclamando y proyectando hacia un futuro, más o menos próximo, la mejor imagen de nosotros mismos, mientras el presente se nos escurre entre las manos.
Quien piense que no concluir los proyectos en tiempo hábil da igual, quien crea que es lo mismo tardar dos, cinco, diez o veinte años en exigir responsabilidades o en abordar esas reformas de las que todos hablan, pero nadie ejecuta, se equivoca y mucho.
Un país, una ciudad, cualquier comunidad es el resultado de todo lo que en ella se ha hecho a lo largo de los años. Pero también de todo lo que, por diferentes causas y razones, nunca se llegó a realizar. Así que la Asturias del presente, también la España de hoy, es el fruto de todo lo hecho y de todo lo que un día pudimos hacer y no concluimos, de lo que permanece en el mundo de los futuribles. La Asturias de la despoblación a punto de bajar del millón de habitantes, la España del paro crónico y el bucle melancólico, es tanto más fruto de lo que dejamos de hacer que de lo hecho.
Ya decía San Agustín en sus Confesiones que el pasado y el futuro no tienen existencia en la realidad de las cosas, la razón es sencilla, el pretérito ha dejado de existir y el futuro no existe aún. No existe lo que ya no existe, ni lo que aún no existe. Solo existe el presente
Nunca existieron los ratones inalámbricos de 193 euros en el Instituto Rey de Pelayo de Cangas de Onís y nunca existió intención alguna en recuperar lo que durante tantos años se malversó. Lo que sí existen son maestros y profesores que como Jesús Leonardo y Francisco José hacen encaje de bolillos para que sus alumnos tengan las prácticas que les conviertan en buenos profesionales de lo suyo, aunque sea a costa de cambiar las ventanas de su propio instituto.
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