Secciones
Servicios
Destacamos
Todo nos promete ahorrar tiempo. Las lavadoras inteligentes, los correos electrónicos programados, las listas de reproducción automáticas, los filtros que corrigen o los asistentes que ... responden por nosotros. En teoría, cada avance es una promesa porque podremos ir más rápido y viviremos mejor, pero la pregunta que me surge y les planteo es sencilla: ¿dónde está ese tiempo ganado?
¿A dónde han ido a parar las horas que no pasamos cocinando porque pedimos comida a domicilio? ¿Y las tardes que no invertimos leyendo artículos o reportajes –incluso libros, que de todo hay– porque alguien nos lo resume en diez frases? ¿Y los minutos que ganamos al mandar un audio de voz en lugar de escribir el mensaje?
Vivimos convencidos de que no tenemos tiempo y de que la vida se nos escurre constantemente entre las manos como si fuera arena, así que lo modificamos para intentar que sea lo más provechoso posible o que, al menos, parezca que cunde más. Si bien, no es tiempo real –porque el día sigue teniendo las mismas horas–, sino el de vivir y estar. Es decir, el de hablar sin prisa; leer sin resumen; cocinar con paciencia, caminar sin rumbo o mirar por la ventana sin ningún plan concreto porque ¿y si nuestro problema no fuera la falta de tiempo, sino a lo que lo destinamos? En el afán de comprimir la vida, la estamos perdiendo.
Decimos –a nosotros y a los demás– que lo importante es aprovechar el día, pero no sabemos ya qué significa eso. Hemos confundido aprovechar con producir y disfrutar con mostrar. Hemos convertido ganar tiempo con llenarlo. Así, al final, no hemos ganado nada. En todo caso, si somos honestos y nos decimos la verdad, quizá más ansiedad y urgencia por llegar a sitios que no sabemos si queremos visitar.
Puede que estemos robándonos a nosotros mismos sin darnos cuenta; que estemos hipotecando lo único que no vuelve, precisamente, por miedo a perderlo. ¡Qué paradoja! ¿No les parece?
También yo he intentado ganarle tiempo al tiempo, no estoy libre de esta plaga y, a veces, creo que lo he conseguido pero en la mayoría de ocasiones, lo confieso, si me paro a pensarlo, no sé a dónde ha ido a parar ese tiempo ahorrado. No recuerdo en qué lo gasté, así que ¿acaso lo perdí?
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.