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GONZALO DÍAZ-RUBÍN
Lunes, 14 de marzo 2016, 01:14
En una cantera abandonada en las afueras de Bueño, José Carlos Augusto Braga mató hace ahora 10 años a su mujer Isaura Pascual. Lo hizo con inusitada violencia. Cosió su cuerpo a puñaladas y machacó su cráneo con una piedra. Después, se entregó a las autoridades y confesó su crimen. El asesino confeso era natural de Gijón, residía en Granda (Siero) y tenía 35 años. También un pasado violento y denuncias por malostratos contra su mujer, Isaura Pascual, de 30 años cuando fue asesinada y nacida en Chaves (Portugal).
Isaura Pascual.
Vivía en la casa de acogida, pero seguía viendo a su marido ocasionalmente. Tenían dos hijos en común.
14 de Marzo de 2006.
La pareja se ve en el bar El Alto. Poco después, José Carlos la ataca y mata junto a una cantera abandonada.
Condena.
La Audiencia le condenó a 21 años de cárcel y a indemnizar a sus hijos. La condena fue confirmada por el TSJA.
La historia se procipitó aquel mes de marzo. La pareja estaba en trámites de divorcio. Tras una nueva agresión, Isaura había denunciado a su marido. El Instituto Asturiano de la Mujer dictó una orden de protección el 21 de setiembre de 2005. Apenas, un mes y medio después fue anulada tras «la declaración de perdón de la víctima».
No saltaron las alarmas. Isaura llevaba en la casa de acogida de Oviedo desde enero para huir de su agresor. Lo había hecho en varias ocasiones con anterioridad y siempre había salido de ella voluntariamente para volver, al cabo de un tiempo, con con José Carlos.
Salió de ella por última vez en la mañana del 14 marzo de 2006. La pareja se citó en el bar El Alto, situado junto a la N-630 y donde tomaron un par de cafés. El dueño no vio nada raro, tan solo que él intentó pagar dos veces las consumiciones. Después, se volvieron a encontrar en el camino junto a la cantera y él la atacó hasta matarla.
El TSJA confirmó dos años más tarde la condena de la Audiencia a José Carlos Augusto Braga: 21 años de cárcel y pagar 130.000 euros a cada uno de los hijos habidos con Isaura. El asesino le dió más de 30 puñaladas, ninguna mortal; luego cogió una piedra de 15 kilogramos de peso y se la arrojó a la cabeza, fracturándole el cráneo. Declaró que había «perdido los nervios» por la demanda de divercio, a pesar de que él convivía con otra mujer con la que acaba de tener un hijo.
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