Borrar
Oviedo llora a Eloy

Oviedo llora a Eloy

El Ayuntamiento concede la Medalla de Oro a título póstumo al bombero que falleció al quedar atrapado por el desplome de un edificio arrasado por las llamas en la calle Uría. | Compañeros, autoridades y ciudadanos anónimos le rinden distintos homenajes

Gonzalo Díaz-Rubín / Cristina M. Gayo

Viernes, 8 de abril 2016, 11:26

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Día de luto en Oviedo. La muerte del bombero Eloy Palacio Alonso ha conmocionado a la capital del Principado, que este viernes lo ha homenajeado y recordado de diversas formas. Lo han hecho las autoridades, sus compañeros del servicio municipal de bomberos y del Ayuntamiento de Oviedo y también los ciudadanos anónimos, que han depositado velas y flores junto a un casco de bombero en el Campo San Francisco. Una nota las acompaña: "En homenaje a Eloy. Con toda nuestra admiración, cariño y respeto. Gracias por su labor y la de todos los bomberos que participaron ayer en la extinción del incendio. Eloy, descansa en paz".

Además, el Pleno de la Junta General del Principado ha iniciado su sesión de este viernes guardando un minuto de silencio por el trágico desenlace del incendio del número 58 de la calle Uría de Oviedo. Los grupos municipales del Ayuntamiento de Oviedo, por su parte, han aprobado por unanimidad iniciar los trámites para conceder la Medalla de Oro de la ciudad a título póstumo a Eloy Palacio. El alcalde de Oviedo, Wenceslao López, en un comunicado leído antes de la celebración del Pleno extraordinario en el que también se ha aprobado el presupuesto, ha reconocido el "extraordinario servicio a la comunidad y a los ovetenses que prestó Palacio durante años". Ha apuntado que el fallecimiento de Palacio, de 56 años, casado y con dos hijos, "ha conmocionado a la corporación, a todos los trabajadores municipales y a los vecinos".

El alcalde, en nombre de toda la corporación, ha trasladado sus más sentidas condolencias a la familia de Palacio y a todos los compañeros que trabajaron junto a él poniendo en riesgo sus vidas para preservar la seguridad de todos los ciudadanos. "Hoy es un día negro en la historia de nuestra ciudad y como tal se guardarán tres días de luto oficial en señal de duelo por el fallecimiento de nuestro compañero Eloy Palacio", ha subrayado.

López ha mostrado también su apoyo y reconocimiento a Juan Carlos Fernández Granda, que, en el mismo incendio, sufrió una rotura de fémur y contusiones de las que se recupera en el Hospital Central de Asturias, al que desea una pronta recuperación.

Por su parte, todos los bomberos de Asturias han decidido honrar la memoria de su compañero con un minuto de silencio a las 12 de la mañana, en el que las sirenas de los camiones sonaron en homenaje a su heroico acto en el incendio de ayer. Además, han convocado una marcha de homenaje para este sábado. Sobre las 11.30 horas, partirán de La Losa hacia el tanatorio de Pola de Siero, donde está instalada la capilla ardiente del bombero, que será enterrado a las 13 horas.

La tragedia

«Una negligencia». Así definieron algunas fuentes de los cuerpos y fuerzas de seguridad las decisiones tomadas por quienes dirigieron la intervención en el incendio que se cobró la vida de Eloy Palacio, que quedó atrapado entre los escombros tras el derrumbe del edificio número 58 de la calle de Uría, como consecuencia del fuego que arrasó un inmueble protegido que data del siglo XIX. A Palacio no le tocaba trabajar ayer. Era su día libre. Pero la importancia del incendio, que ha obligado a mantener este viernes las labores de enfriamiento, hizo que Seguridad Ciudadana llamase a todos los efectivos.

Por otro lado, técnicos municipales, encabezados por el arquitecto del Ayuntamiento de Oviedo, Nacho Latierro, y en estrecha colaboración con los Bomberos, están evaluando los daños que el fuego ha causado el edificio y a los inmuebles colindantes. Una empresa de derribos espera a pie de calle la orden para comenzar probablemente la demolición de la fachada que aún queda en pie de ese número 58 de la calle Uría. Hay que decidir cómo se hace. Al mismo tiempo un retén de vigilancia no pierde de vista otro edificio que podría correr la misma suerte: el número 25 de la trasera calle de Melquiades Álvarez. Según el jefe de la Policía Local de Oviedo, José Manuel López, a la espera de la decisión definitiva, los técnicos creen que abrá que tirarlo.

Asimismo, tras una primera inspección en el número 56, el arquitecto y el ingeniero municipal permitieron entrar a los propietarios e inquilinos, uno por uno, para recoger sus pertenencias. Después procedieron a analizar la situación del edificio La Cúpula, en el número 60, al que está prohibidad la entrada por los daños en la estructura. Los comercios de la zona no abrirán hasta el lunes.

El fuego se originó a las 11.30 horas de este jueves y, en principio, no revestía gravedad, pero acabó en tragedia. Esa «negligencia» se tradujo en la falta de hidrantes en toda la calle Uría. Los bomberos tuvieron que enchufar sus mangueras a una boca de riego con una presión de agua insuficiente. En la calle paralela de Melquiades Álvarez, en otro edificio que compartía patio interior con el arrasado y que se vio afectado por el incendio, los técnicos comprobaron que los hidrantes, allí sí los había, estaban inutilizados. No había agua para sofocar las llamas que, finalmente, provocaron el derrumbe y que acabó con la vida del bombero e hirió a su compañero en una pierna. Los compañeros del fallecido reprocharon que ningún técnico municipal acudió a evaluar los riesgos de un posible derrumbe. Lo hicieron, pero por la tarde.

Casi cinco horas después de que comenzara el suceso, a las 16.15 horas, el alcalde de Oviedo Wenceslao López y el consejero de Presidencia Guillermo Martínez atendieron a los medios de comunicación: «Por fin se está controlando el incendio», fueron las palabras del regidor. Tras decir que era «muy potente», reconoció las «grandes dificultades para conseguir extinguirlo», pero negó el descontrol. «Es un edificio antiguo, todo de madera, esto es una yesca. La dificultad es atacarlo desde dentro. No se puede acceder a un edificio en llamas, al final las personas son lo primero». Quince minutos después de estas declaraciones, un estruendo hizo presagiar lo peor: dos bomberos habían quedado atrapados en el edificio, uno de ellos sin vida.

El origen

Todo comenzó a las 11.30. La casualidad hizo que una patrulla de la Policía Local que pasaba por la calle de Uría viese que de la segunda planta del portal número 58 salía una pequeña columna de humo. Los agentes accedieron al edificio y comprobaron in situ que de los halógenos del falso techo de la primera planta salían unas chispas. Dieron aviso a los vecinos y desalojaron a 10 personas. En ese momento, las llamas ya eran evidentes y afectaban solo a la segunda planta. «El edificio es de madera y con techos muy altos», describió el agente, en esos primeros momentos. Tres camiones del Servicio de Extinción de Incendios se afanaban por extinguirlas. El propio dueño del edificio, cuya vivienda ardía, se mostraba aún tranquilo y confiado. «Lo importante es que no hay víctimas», dijo. Poco se imaginaba lo que iba a suceder y menos cuando, 60 minutos después de originarse el fuego, las llamas comenzaban a remitir. Solo fue una impresión. Pronto se reavivaron, tanto, que alcanzaron la parte posterior del edificio, que da al número 25 a la calle de Melquiades Álvarez. La voz de alarma la dio la propietaria de la tercera planta. Lo desalojaron también. La Policía Local hizo lo propio en el edificio colindante al número 58 de la calle Uría, el número 56. Comenzó el descontrol.

En la arteria principal de la ciudad, Uría, no hay hidrantes; en la calle de Melquiades Álvarez, donde ardía el segundo edificio, los técnicos hallaron sus bocas de incendios inutilizadas. Algunos bomberos comenzaron entonces a romper con un pico y a mazazos losas, buscando puntos de agua debajo. Finalmente, optaron por utilizar bocas de riego para enganchar las mangueras. Una presión de agua insuficiente para atajar un incendio «muy grave», como así calificó el concejal de Seguridad Ciudadana, Ricardo Fernández, que siguió la evolución del incendio. «Al ser un edificio cuyo interior es todo de madera, los pasillos hacen de efecto chimenea y el viento que sopla complica las tareas de extinción. Tenemos a todo el turno de bomberos aquí», explicó el concejal. Pero las llamas no remitían, por lo que la Concejalía de Seguridad Ciudadana solicitó apoyos al Principado de Asturias. Eran las dos de la tarde. Hasta el centro de Oviedo acudieron 10 efectivos de Bomberos del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias, generando expectación entre los viandantes. Más cuando en el número 52 de la calle de Uría se desató otro conato de incendio. Unas chispas, provenientes del edificio afectado, provocaron que la claraboya del tejado comenzara arder. Los bomberos no se percataron. Fueron los vecinos del edificio de enfrente quienes dieron la voz de alarma. Ese fuego se sofocó rápidamente. No ocurría así con el primigenio. El número 58 ardía completamente. El techo de la segunda planta comenzó a desmoronarse. El propietario del edificio cayó en la desolación: «¿Dónde estaban los medios? Si no era nada. Si lo hubieran abordado bien desde el principio esto no se hubiese desmadrado», lamentó Carlos Espina. Su mujer, Herminia Campuzano, fue más explícita: «Es una pena ver cómo se quema tu casa.Si solo salía un poco de humo. ¿Cómo se llegó a esto?», se preguntaba.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios