La Escuela de Minas recibe tres mil fósiles del hombre que 'leía las rocas'
La Universidad estrena el aula dedicada al ingeniero Ignacio Patac y Pérez-Herce, cuya nieta ha cedido su archivo documental y su colección paleontológica
IDOYA REY
Miércoles, 15 de febrero 2017, 03:48
La historia de Asturias no puede entenderse sin la minería, y la de esta sin un hombre que dedicó toda su vida a la investigación y al trabajo de campo. Ese hombre, siempre al pie de la mesa de trabajo, ese hombre que leía las rocas, ya tiene para siempre su hueco en la Universidad de Oviedo: la Escuela de Minas inauguró ayer un aula dedicada al ingeniero Ignacio Patac y Pérez-Herce, fallecido en 1967.
«Su legado es una pieza fundamental para el mejor conocimiento histórico de la minería», garantizó Antonio Luis Marqués, conservador de la obra de Patac. Fue su nieta, Ana Patac, quien se empeñó en hacer realidad el sueño de su abuelo. «Él quería que toda su colección saliera de casa y estuviera a disposición de los asturianos», explicaba ayer con una sonrisa, mientras recordaba que su abuelo siempre fue su «héroe». La familia del ingeniero ha cedido a la Universidad, tras un intento de que se quedara en su ciudad natal, en Gijón, el archivo documental y la colección paleontológica que incluye más de tres mil fósiles de la época en la que se formaron en Asturias las primeras capas de carbón, hace más de trescientos millones de años.
Tras analizar todos esos fósiles que llegaron hace unos meses a la Escuela de Minas y seleccionar varios centenares que se exponen desde ayer en unas vitrinas en el recibidor de la escuela, el profesor titular de Prospección e Investigación Minera, Rodrigo Álvarez, todavía no podía creerse que una sola persona pudiera coleccionar y catalogar un espectro tan amplio de fósiles. «Es asombroso. Estamos ante la mejor colección privada de flora fósil de nuestro país», garantizó durante la presentación del aula dedicada al ingeniero, en la que participó el rector de la Universidad, Santiago García Granda, además del director de la Escuela de Minas, Francisco Blanco.
Esos profesores que han trabajado durante meses para colocar y analizar todo el material cedido por la familia durante cinco años prorrogables tenían claro las tres señas de Patac y Pérez-Herce: una mente prodigiosa, mucha pasión y una capacidad de trabajo fuera de lo normal. «Si se inventara una maquina del tiempo pagaría un billete para pasar una jornada de campo con él», decían sus colegas de profesión.
Ingenieros y familiares recorrieron la sala donde, desde ayer, puede consultarse el archivo documental, con más de trescientos volúmenes especializados. «Estoy muy feliz de poder hacer realidad el sueño de mi querido abuelo y que todo el mundo pueda disfrutar de su obra», concluyó su nieta.