«Hay 50.000 embarazadas con hambre y sin agua potable en Gaza»

Sahar Francis estaba paseando por Oviedo la noche del miércoles. Lo hacía en compañía de Gonzalo Olmos y Susana Arias cuando se oyó el estruendo de un petardo. El Real Oviedo acababa de ganar el partido de Eibar y los aficionados lo celebraban con euforia por las calles de la ciudad; sin embargo, la jurista palestina quedó paralizada. Su cabeza le trasladó al conflicto que se vive desde hace ocho meses en Gaza y así estuvo hasta que sus compañeros le explicaron lo que pasaba. «Nosotros apenas nos inmutamos con el ruido, pero ella realizó ese gesto característico de haber vivido un conflicto».

Una anécdota que el abogado contó durante la entrega del VII Premio a la Igualdad Alicia Salcedo que el Colegio de Abogados de Oviedo ha concedido a la directora de la Organización Palestina de Derechos Humanos Addameer y donde la homenajeada se mostró sumamente emocionada. «Es un honor y un privilegio estar aquí; este galardón llega en unas circunstancias muy trágicas porque estamos viviendo una guerra genocida».

Después, pasó a contar historias de mujeres y niños que «han sido deshumanizados y traumatizados de un modo sin precedentes en los últimos ocho meses» al hacer «frente a humillaciones» de todo tipo con «registros sin ropa u otros tipos de tortura». «Además de los miles de asesinados, hay un millón de desplazadas forzosamente dentro de Gaza», añadió antes de relatar la historia de Diala Ayes.

Se trata de una abogada joven que defiende a prisioneros políticos palestinos y fue detenida por fuerzas israelíes en un «punto de control cuando iba al funeral de una amiga de su hermana a la que habían disparado en la cabeza». El arresto fue lo que denominan una «detención administrativa» y fue condenada a cuatro meses de cárcel sin «juicio o pruebas». «Está en prisión sin saber por qué está condenada y el tiempo de encarcelamiento se puede prorrogar», advirtió la homenajeada.

Así ocurrió y durante estas interminables semanas ha «sufrido ataques como registros sin ropa» o fue castigada cuando pidió más comida. «La que les llega no es suficiente y le tuvieron tres días en un confinamiento solitario». Tampoco les dan ropa, lo que provoca que «tengan que lavarla y volver a ponérsela mojada», y durante mucho tiempo no les dejan recibir la visita ni de su familia ni de abogados ni de la Cruz Roja. «Defender este tipo de casos es sumamente difícil», según relató Francis, quien también tuvo un recuerdo para las 50.000 mujeres embarazadas que «sufren hambre y no tienen acceso a agua potable». «Con la desaparición del sistema sanitario es muy probable que afronten situaciones mortales durante el parto». Por todo ello, pidió de forma «urgente» un alto al fuego. «Palestina libre», concluyó.