-¿Por qué incluir una perspectiva de género en los estudios sobre drogas?
-Porque se ha tendido a hablar de drogodependientes, en general, y a no considerar a las mujeres en el mundo de la drogodependiencia aunque tiene sus particularidades. Las mujeres siempre han consumido, de manera diferente y en contextos diferentes. Además, las desigualdades de género se trasladan al mundo de la drogodependencia.
-A la mujer se la asocia más a los fármacos legales y al hombre al alcohol.
-Ahora mismo las mujeres destacan en su prevalencia en consumo de alcohol e hipnosedantes. Lo segundo, en todas las edades y el alcohol, en edades más jóvenes. Hablamos de consumos de alcohol muy intensivos. Las adicciones de las mujeres son invisibles porque son legales. Al tema del acohol no se le da importancia ni desde una perspectiva de violencia de género ni desde un problema de salud pública.
-¿Ese consumo de fármacos es estructural?
-Interaccionan muchos elementos. Desde la construcción de la mujer desde el siglo XIX, como una persona histérica y débil psicológicamente, ha ido derivando a situaciones en las que las mujeres los demandan en atención primaria. Sin obviar que vivimos una doble jornada laboral, que vivimos en situaciones de desigualdad y eso se refleja en una mayor demanda y prescripción.
-¿Y en cuanto a las drogas ilegales?
-Las mujeres hemos consumido menos históricamente. Si miramos la prevalencia durante la epidemia de la heroína, el consumo era 1 a 3 a favor de los hombres. No tendemos a entrar en ámbitos de estigma y rechazo. Nos situamos en la legalidad y eso lo sabemos porque cuando los opiáceos eran legales los consumíamos.
-O sea, que hay un corte de clase.
-Las desigualdades sociales también afectan a las drogas. La perspectiva de género pretende construir sociedades más justas y la drogodependencia está entrelazada de desigualdades, de clase social, de edades, de género.
-Entonces, ¿qué ocurre con el alcohol y las jóvenes? ¿Se les criminaliza?
-Las chicas entran en un espacio que ha sido masculino. Parece que las culpables son ellas por beber cuando no es así. Ellas deben entender que el alcohol es un problema de salud pública y que, a la vez, desde un punto de vista social, a ellas las coloca en situaciones de mayor vulnerabilidad. En situaciones de violencia de género unidas a las nuevas tecnologías, la simbología de la imagen. A lo que no hay derecho es a que suban una foto tuya a Instagram o que tu novio te esté controlando porque hayas bebido. Me gustaría decir que las mujeres estamos en los puestos número uno de las empresas en vez de en consumo de alcohol, pero lo que dicen los estudios es que al hacerlo rompen roles y dinámicas de espacios que antes eran masculinos.
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