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El público agotó las 300 localidades disponibles para la segunda jornada del Vetusta Suena (Vesu) celebrado en la fábrica de armas de La Vega.

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El público agotó las 300 localidades disponibles para la segunda jornada del Vetusta Suena (Vesu) celebrado en la fábrica de armas de La Vega. PABLO LORENZANA

Una autopista de sonido en la fábrica de armas de La Vega

El público responde en la segunda jornada del Vesu, que aprovecha la escenografía de la factoría para lograr una propuesta cultura innovadora

JUAN CARLOS ABAD

OVIEDO.

Domingo, 23 de agosto 2020, 00:31

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Indies al sol donde antes había obreros. El futuro era esto. La segunda jornada del Vetusta Suena (Vesu), el festival de música independiente organizado por la Fundación Municipal de Cultura, vivió ayer su segunda jornada con doble sesión.

La principal novedad, la apuesta por el buen tiempo y la explanada del patio de la Escuela de Aprendices de la factoría donde Confeti de Odio y Xoel López hicieron las delicias del público.

La organización, para sortear las restricciones propias de la pandemia, habilitó la platea con toallas y tumbonas para disfrutar de los conciertos. Y, de nuevo, como ocurriera el viernes con los conciertos en la nave de Sánchez del Río, dejó imágenes que deberían impeler a las autoridades pertinentes para que el Vesu no sea un oasis; para que la fábrica pueda ser disfrutada en su nueva expresión -la vieja no volverá- por los ovetenses.

En la sesión vespertina la apuesta era segura. A Rufus T. Firefly le acompañaron los portugueses de First Breath After Coma, que toman el nombre de una las canciones más conocidas de los texanos Explosions In The Sky, por lo que su propuesta admite audiencias pausadas y silenciosas. Como anécdota, la última vez que tocaron en La Salvaje, el público mandó callar a dos parejas de desaprensivos que osaban hablar mientras los músicos tocaban. Hoy, despedida y cierre con Colectivo Da Silva y La Bien Querida.

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