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Vidrieras, torre y las campanas

Vidrieras, torre y las campanas

Las primeras vidrieras fueron instaladas en 1507 y la última restauración se produjo tras la Guerra Civil. La torre compuesta por cinco cuerpos, se terminó en 1587 y recuerda un dedo apuntando al cielo

ANA FERNÁNDEZ DÍAZ E IVÁN DE SANTIAGO

Miércoles, 13 de octubre 2021

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Las primeras vidrieras de la catedral de Oviedo fueron instaladas en 1507 por los artesanos Diego de Santillana y Francisco de la Somoza. En la actualidad, apenas es original el rosetón alojado en el brazo del transepto sur. En las restauraciones sucesivas se ha tratado de recuperar la estética, el color, el esquema compositivo y el programa iconográfico, que incluye: escenas bíblicas, santos y apóstoles, en un conjunto que abarca la nave central, el transepto y el ábside.

El conjunto vitralístico fue realizado en vidrio importado de Alemania sobre una estructura de plomo y estaño, a imagen y semejanza de las vidrieras primigenias, con una figura por vano, innovación compositiva introducida por Santillana que encajó los personajes en la arquitectura que los alojaba y rematados por doseletes goticorenacentistas. Realizadas en finos colores: amarillo, rojo, verde, colorado o azul, como rezaba el contrato firmado en el siglo XVI, a imagen y semejanza de los vitrales que habían fabricado ambos artesanos en la biblioteca de la catedral de León.

Tras la Guerra Civil, el maestro vidriero Santos Cuadrado acometió la última restauración bajo el espíritu conservacionista de Luis Menéndez Pidal, quien trató de recuperar todo lo recuperable, manteniendo las técnicas, los colores, la composición y el programa iconográfico de las vidrieras primitivas.

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Arte en cristal

Del original apenas se conserva el rosetón alojado en el brazo del transepto sur

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En el ábside figura El Salvador rodeado de los doce apóstoles (seis a cada lado), La Anunciación y La Natividad en el transepto norte. Santa Clara, Santa Elena, Santiago o San Pablo se suman al programa iconográfico, interrumpido únicamente en el claristorio norte, donde se pueden ver las únicas seis vidrieras historiadas de todo el templo; dos de las cuales fueron donadas por el Ayuntamiento y la Diputación Provincial, con escenas que representan la fundación de la ciudad y la batalla de Covadonga, en unos vanos que habían permanecido cerrados desde finales del siglo XVI hasta principios del siglo XX, momento en el que Ramón Martínez Vigil bajo el mecenazgo de Luis Muñoz Miranda retira los sillares y contrata a la empresa Maumejean, proveedora de la Casa Real, para instalar las vidrieras que luego fueron restauradas por Santos Cuadrado en 1955.

Mirando al cielo. La torre y las campanas

El Monte do Gozo no dejaría de ser una elevación del terreno, de escasa altura, apenas 380 metros, situada a 4,6 kilómetros de Santiago de Compostela, sino fuera porque desde allí, los peregrinos que transitan el Camino ven por primera vez la torre de la Catedral de Santiago. En Oviedo, nacimiento del Camino Primitivo, el que emprendió el rey Alfonso II, el Casto en el año 843, cuando los peregrinos salían hacia Grado por los antiguos senderos, miraban atrás desde la altura, y veían San Salvador, y allí, por encima de todo, como recuerdo indeleble que llevarían en su tránsito, aún divisaban una torre y una campana.

.La torre. ompuesta de cinco cuerpos, se terminó en 1587. Recuerda un dedo apuntando al cielo
.La torre. ompuesta de cinco cuerpos, se terminó en 1587. Recuerda un dedo apuntando al cielo

Esa campana que, casi mil años después de su colocación, sigue en el mismo lugar. Esa 'Wamba' que adoptó su nombre de un rey visigodo, se ha convertido en la más antigua en activo de todo el mundo. Nació allá por 1219, según nos cuentan los expertos y debe tener algo del más allá, alguna protección divina, porque sobrevivió al rayo que en 1575 rajó gran parte de la estructura, dejándola indemne. La misma que, en la Nochebuena de 1521 vio cómo la ciudad ardía durante siete días y siete noches, y acaso lloraba la destrucción con su tañer triste y acompasado, advirtiendo a los ovetenses de la gravedad de lo que acontecía. Esa campana, esa misma que escuchaban los peregrinos, es la que, como tantas vidas, como tanto patrimonio, casi se lleva por delante la Guerra Civil con sus atentados a los templos, de los que la Catedral de Oviedo no fue una excepción, porque desde su cumbre los guardias de asalto impedían el avance de los revolucionarios. Pero de ahí, de una guerra entre hermanos que tanta destrucción conllevó, también la campana logró salvarse.

La campana se encuadra dentro de lo que todos sabemos que Clarín llamó «poema romántico en piedra», esa torre de cinco cuerpos que va retranqueándose al ganar altura, y se nos asemeja, según dicen algunos, a un dedo señalando al cielo. Una enorme escalera recrea el sueño de Jacob, ese sendero por el que los fieles suben al cielo a conversar con Dios. El lugar de la cumbre, donde ambos se encuentran.

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La 'Wamba'

Fundida en el año 1219, es la campana más antigua en activo de todo el mundo.

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68,70 metros de altura camino del cielo. Un ejemplo de modernidad en el siglo XV cuando las dos torres dejaron paso a la que ahora vemos, mientras en toda Europa se seguía apegado a la construcción duplicada. Un sendero vertical que contiene las anotaciones grabadas por los peregrinos que veían al Señor previamente que visitar al siervo, como ordena el brocardo. Que glosaban la perdonanza o pedían la protección para entablar el Camino.

Y ahora, mil doscientos años después, desde aquel 13 de octubre de 821, la Señora de la ciudad la sigue mirando, orgullosa de ser su corazón durante más de un milenio.

Y, desde su cumbre, puede verse completa la ciudad de Oviedo que acaso, solamente acaso, haya dejado de dormir la siesta.

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