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Lector compulsivo «de los de una novela la semana», gran fisonomista, encomendado a san Orfidal «porque es fiesta si consigo ligar más de cuatro horas de sueño», cocinero «excepcional de arroces y pasta» o al menos eso dice él aunque no hay evidencia, amante de los animales, «tengo un perro y alimento a unos 18 gatos de la calle», ordenado como nadie y andarín de los que no sabe conducir,
Le ha costado mucho llegar a donde está, muchos sinsabores, pero eso también le ha enseñado a ser fuerte, a auto protegerse aunque a simple vista nadie lo diría porque es sonriente, afable, simpático, hospitalario y educado, muy educado. Cuando sonríe se le encienden unos ojitos detrás de sus livianas gafas que, unidos a la calvicie, «siempre me dijo Eduardo Galeano (periodista y escritor uruguayo) que si el pelo fuera importante estaría por dentro y no por fuera», le dan cierto aire de buena persona e incluso de despistado. Nada más lejos de la realidad en el despiste porque hace gala de una memoria prodigiosa y no se le escapa nada de lo que pasa a su alrededor.
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José Antonio Vega (Santa Marina del Rey, León, 1957) es el decano de la Facultad de Medicina ya va para tres años. Además, es catedrático de Anatomia y Embriología humana, miembro de la Real Academia Nacional de Medicina Española, profesor y ha ayudado a mucha gente a salir a delante en el mundo universitario, no en vano ha dirigido hasta la fecha 78 tesis doctorales.
Llegó a Oviedo en 1974a estudiar medicina «aunque me había matriculado en periodismo en Bilbao pero no me gustó porque había muchas clases de Gramática y yo esperaba reporterismo de guerra». Bendita desilusión de juventud con la que se perdió un periodista y se ganó un profesor.
Desde el principio supo que lo suyo era la docencia y la carrera universitaria. Cuando acabó Medicina su primer contrato fue de profesor ayudante de clases prácticas «donde me pagaban 19.800 pesetas», unos 120 euros de los de ahora. El doctora en 1982 y ahí pasó a ser profesor adjunto interino ya nte los problemas que tenía para alcanzar la cátedra se marca un «periplo interminable» como profesor en Grenoble, Praga, Roma, Milán, Nápoles y Mesina.
Al final del periplo volvió a Oviedo y pero marchó de nuevo porque aún no tocaba ser catedrático «lo que me produjo mucha frustración porque estaba preparado pero no salía la plaza».
En el año 2000 se va a Nueva York y Boston «con una buena oferta de trabajo» y al volver el rector Juan Vázquez «me ofrece ser director del Área de Actividades Culturales y Cooperación de la Universidad. No lo verbaliza pero posiblemente haya sido la mejor época de su vida «porque yo era el que paseaba por Oviedo a muchas personalidades de la cultura». «Podría decir que desayunaba con Susan Sontag, comía con Carlos Fuentes y Arthur Miller y cenaba con Woody Allen».
Que más se puede pedir para un hombre que ha hecho de enseñar un arte. Una persona cercana y sensata.
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