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El cementerio de Oviedo se lava la cara en un día «cada vez con menos gente»
Los ovetenses suben a El Salvador en una jornada gris para visitar a sus difuntos en el día de Todos los Santos
El gris plomizo del Día de Todos los Santos acompañó, junto con algunas gotas de lluvia, a los ovetenses en su ascenso al cementerio de El Salvador para conmemorar una jornada de recuerdo a todos los fallecidos. Una jornada especialmente familiar aunque de poca celebración. Limpiar las tumbas, eso ya lo llevan haciendo los familiares durante toda la semana, quitar malas hierbas y poner flores. Rezar ante la tumba de los seres queridos que se han ido, ir a misa a la capilla del camposanto y volver a la ciudad, unos en coche, la mayoría, y otros andando, para los que la vuelta se hace menos calvario que la subida hasta San Esteban de las Cruces. No es una jornada de risas pero sí de mucho amor, generosidad y recuerdos, muchos recuerdos.
Era el caso de la familia compuesta por Carmen y Mari Paz Panadeiro, Eugenia Quesada, Ramón Tejón, Pelayo Quesada y Roberto Quesada. Todos juntos alrededor de las tumbas de los abuelos «aunque tenemos que visitar más tumbas de familiares que están algo dispersas por el cementerio», explicaban. Y añadían: «La verdad es que cada año vemos menos gente en el cementerio, se está perdiendo un poco la tradición de subir pero bueno, es la vida así. Hemos subido y luego nos iremos a casa».
Lo que sí se generan son muchas tertulias mientras alguien de cualquier familia adecenta la tumba. Se podía ver ayer a muchas personas charlando, siempre con un tono atemperado de respeto al lugar.
Joaquín, Victoria, Ornella y Fernando Díaz charlaban tranquilos ante la tumba de su familia. Han subido al cementerio y destacan también «que hay menos gente». La voz cantante la lleva Joaquín Díaz que explicaba que «los otros tres han venido de Bélgica donde viven».
Repartieron flores por la tumba, unas flores que trajeron de casa pero que podían haber comprado en las tiendas anexas al cementerio donde un ramo de claveles se vendía a 15 euros, los gladiolos a 2,5 euros la unidad, las margaritas a 11 euros y la rosa suelta a 5 euros. Los difuntos bien valen una visita, unos rezos y unas flores.