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César Franco, Iván García, Pepe Armada, Vanesa Fernández, Alexia Ortuño, Chengmiang Xu y Ana María Dernández, en Trubia. ALEX PIÑA
«Para mí esto es un cierre definitivo»

«Para mí esto es un cierre definitivo»

La villa cañonera está en «horas muy bajas», sin clientes de los concejos aledaños por los cierres perimetrales impuestos: «¡Queremos trabajar!»

ALBERTO ARCE

OVIEDO.

Lunes, 23 de noviembre 2020, 00:23

En la villa de Trubia, más que la bajada de persiana de los negocios -solo unos pocos de los no declarados como esenciales han tratado de adaptarse a la venta a domicilio o al 'take away'-, uno de los grandes problemas con el que se encuentran los pequeños comerciantes de la localidad es con la falta de clientes de concejos aledaños, propiciada por el cierre perimetral del municipio. «La gente de Oviedo aquí no viene, desde que han cerrado el perímetro ya no puede venir la gente de otros concejos, y esos son muchos de nuestros clientes diarios», lamenta la peluquera Ana María Fernández, dueña del salón de belleza Ana María Estilistas.

Con todo, la hostelería de nuevo es una de las más machacadas por la situación derivada de la expansión de la covid-19 en esta segunda ola. En Trubia hay apenas un puñado de bares y mesones. Uno de ellos es el Bodegón, propiedad de Alexia Ortuño e Iván García. En palabras de ella, la situación es «crítica». «El mes pasado, y eso que estabamos trabajando, tuvimos que poner 2.000 euros de ahorros para poder tirar». Ahora, señala, «estamos cerrados, y como la cosa siga así, para mí esto es un cierre definitivo», lamenta con García a su lado.

Pared con pared con el Bodegón se encuentra la sidrería El Bosque, de César Franco. Este hostelero asegura que cuando decretaron los nuevos cierres obligatorios trató de ponerse al día con las entregas a domicilio e impulsar el 'take away'; sin embargo, «es imposible sacarle rentabilidad». «Que no se diga que no lo intentmos, porque las pérdidas no podrían ser mayores, pero no funciona», sostiene.

En el sector de la alimentación, las cosas no están tan mal, clarifica Vanesa Fernández, de la Tiendina de Vane. «En el primer estado de alarma empecé a repartir a domicilio, y aunque sí que es verdad que falta mucha gente, no me puedo quejar. Mis clientes ya están acostumbrados a que les lleve la compra a casa, son mayores y es más seguro para ellos», comenta la tendera.

Otros, aún con todo, han optado por cerrar. Así lo han hecho los dueños de la carnicería Maripé. Uno de ellos, Pepe Armada, advierte que «los que tenemos el local en propiedad somos unos afortunados hoy en día», pero lo cierto, concluye, «es que la cosa está bajo mínimos, sin gente, sin negocio», sentencia Armada.

En la villa cañonera, además, hay un bazar regentado por una familia asiática. Allí, las cosas tampoco están bien, afirma el joven Chengmian Xu. «No hay trabajo y es muy difícil», explica, «intentamos hacer lo que podemos, pero no sé cómo vamos a resistir».

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