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ALBERTO ARCE
OVIEDO.
Viernes, 10 de mayo 2019, 02:03
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Las Hijas de la Caridad llegaron a Oviedo en 1830 y se instalaron en la calle Gil de Jaz. Para 1901, las hermanas ya habían adquirido un chalé en la zona y allí comenzaron a impartir cristiana educación. Un centro primigenio, el Virgen Milagrosa, que tras pasar todo tipo de vicisitudes (la Revolución del 34 y la guerra civil), se convirtió en el gran edificio que es hoy gracias a la mano del arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza, sobrino de la entonces superiora, Sor Blasa Oíza, que culminó en 1969 la remodelación del ahora colegio La Milagrosa de Oviedo. Así lo narró ayer la directora titular del centro, Sor Margarita Álvarez, durante el homenaje celebrado en torno a la efeméride, que culminó ayer tras cuatro meses de actividades. «Cincuenta años educando para la vida», sentenció.
«Nuestro espíritu cristiano y vicenciano no ha cambiado con los años. Tampoco nuestros valores: esfuerzo, trabajo, constancia, disciplina y respeto», afirmó la directora.
A la velada, que comenzó con una eucaristía y terminó con un concierto de piano de la exalumna Purita de la Riva, asistieron la concejala de Educación, Mercedes González; y Paula Fernández, también exalumna y miembro de la junta de gobierno del Colegio de Arquitectos de Asturias. «Parte de lo que soy, se lo debo a los años aquí vividos», destacó la arquitecta.
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