Se cumplen veinticinco años de las obras de la plaza porticada

La historia de la plaza porticada del Fontán comenzó a escribirse en 1792 y su tío tatarabuelo compró una vivienda en 1846. De generación en generación ha ido pasando esa vivienda, que fue heredada por su madre poco antes de recibir una carta que no olvidan y que guarda como oro en paño. Tenían 48 horas para el desalojo. «No nos esperábamos la declaración de ruina porque esta casa no era de las peores».

El siguiente paso era el desmontaje para la rehabilitación del edificio. «Nos costó 2,5 millones de pesetas», según enseña en la factura de color verde que también conserva. Las obras comenzaron, pero pronto se paralizaron. «Sólo hicieron hasta la planta baja porque el edificio era un efecto dominó». Si seguían, el resto de edificios se veían comprometidos. Pasaron dieciocho meses hasta que el resto de propietarios se pusieron de acuerdo y comenzó la obra, que sufragaron con su dinero con ayuda del Ayuntamiento y del Principado.

Otro plazo que recibieron fue que en seis meses tenían que presentar el proyecto de rehabilitación del edificio o el solar saldría a subasta. Bastaron tres semanas para entregarlo; algo que sorprendió a más de uno y, por fin, los trabajos empezaron en noviembre de 1997 con una duración que no llegó a los dos años. Lo hicieron con la sensación de acabar una lucha a la que le llegaron después otras.