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El paso de Nuestra Señora de los Dolores entró en San Isidoro el Real sostenido a pulso por los cofrades y escoltada por bomberos del SEIS.

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El paso de Nuestra Señora de los Dolores entró en San Isidoro el Real sostenido a pulso por los cofrades y escoltada por bomberos del SEIS. FOTOS: ÁLEX PIÑA

Devoción por La Soledad

Las procesiones de Viernes Santo y Sábado de Gloria congregan a numerosos fieles | La imagen de nuestra Señora de los Dolores recorre las calles de El Antiguo entre aplausos

J. C. A.

OVIEDO.

Domingo, 21 de abril 2019, 02:09

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La Archicofradía del Santo Entierro y Nuestra Señora de los Dolores cumplió, viernes y sábado, con las dos procesiones con las que rinde advocación al Santo Cristo Yaciente y La Soledad. Ambos días, sobre todo en Viernes Santo, numerosos fieles se agolparon en las calles del casco antiguo para seguir las evoluciones de los pasos y la cofradía que, como novedad, este año vario sus recorridos con inicio y final de ambos itinerarios en la Iglesia de San Isidoro El Real.

Al contrario que en la Semana Santa del año pasado, cuando la lluvia arruinó la procesión del Santo Entierro, esta vez los cofrades pudieron cumplir con el rito de ambas estaciones de penitencia.

El viernes, con una agradable temperatura primaveral y bajo los acordes del himno nacional, la archicofradía, enlutada de pies a cabeza, procesionó con el paso del Cristo Yaciente seguido del de La Soledad.

Ayer, Sábado de Gloria, la imagen de la virgen lo hizo en solitario y entre aplausos tanto a la salida de San Isidoro como a la vuelta por el arco de Cimadevilla. El trazado elegido por la cofradía varió con respecto al de años anteriores haciendo parada en la plaza del Paraguas, ubicación original de la iglesia de San Isidoro en el conocido durante la Edad Media como el barrio de La Viña. Midieron bien los cofrades en el giro de Mon con Máximo y Fromestano para hacer pasar la talla de su patrona -atribuida al escultor Antonio de Borja y Zayas, realizada en el siglo XVII- sin mayores problemas.

Desde allí se encaminó hasta La Corrada del Obispo, Tránsito de Santa Bárbara y plaza de la Catedral donde cientos de turistas y curiosos se recrearon en las evoluciones del paso de La Dolorosa, vestida en negro y oro.

El momento culminante de la procesión de La Soledad se vivió de vuelta hacia la plaza de la Constitución. Bajo el arco de Cimadevilla, donde los cofrades tienen que medir con tino sus pasos para librar el pasadizo, decenas de devotos estallaron en aplausos al ver la imagen de la virgen.

Una vez en la plaza, a pulso sobre las manos de los cofrades que sostenían las guías, el alarde y el 'baile' del paso hizo de nuevo estallar en aplausos a la comitiva hasta que el trono hizo entrada en la Iglesia. Mientras Nuesta Señora de los Dolores cubría los últimos metros escoltada por miembros del cuerpo del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) de Oviedo, el párroco titular de la Iglesia de San Isidoro el Real, José Luis Alonso, pidió por «una feliz fiesta pascual tras haber pasado el rito de la Cuaresma».

Los cofrades se encomendaron a la advocación de la virgen y pidieron por los devotos que a lo largo del año se encomedaron a la protección de Nuestra Señora de Los Dolores. «Sus peticiones quedarán junto a su imagen hasta la próxima Semana Santa, bajo su protección», indicaron. Como broche final, sonó el himno a «'la señora de Oviedo'».

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