Teólogo formado en Roma, profesor retirado y uno de los más veteranos canónigos de la Catedral, Enrique López Fernández (Villabol de Suarna, Lugo, 1929), presentó ayer en la librería San Pablo una nueva versión de su libro 'El Santo Sudario de Oviedo'.
-En sentido material es un paño rectangular, tejido en lino, amarillento, con manchas visibles de sangre simétricas. Luego, en el sentido espiritual, se identifica como el Sudario de Cristo del Evangelio de San Juan. La función que pudo desempeñar es oscura, no se sabe exactamente. Se suponía siempre que tapó la cara, el que está aquí reproduce la cara humana.
-¿Cuál es su relación con la Sábana Santa de Turín?
-El Sudario empezó a estudiarse por la posible relación. La opinión general de los devotos es que existe un número de coincidencias muy interesante. Por ejemplo, la sangre del sudario es de tipo AB y la de la Sábana también; es raro y característico en el Oriente. Es un varón adulto con barba y pelo largo, con muerte violenta. Son las coincidencias más importantes. Después, las cosas de las manchas y demás quizás son ya apreciaciones: unos ven y otros no. Es tela distinta.
-¿Cuál es su historia de veneración?
-Es curioso, un cierto misterio que he descubierto hace años trabajando sobre el tema. Cuando se abre el Arca Santa en 1075, el Sudario está ahí, pero no es una reliquia insigne. Se veneraba más la Cruz de los Ángeles. Hay un momento en que desaparece y no vuelve a aparecer hasta 1535 en el Libro del Cabildo. Pero incluso el Cabildo lo confunde, no sabe cómo llamarlo. A partir de mediados del siglo XVII fue objeto de la devoción popular de Oviedo y su entorno, y de los peregrinos. ¿A qué se debe esto? Igual estuvo metido en un rincón, es de todos y no es de nadie. La devoción universal fue más tarde, empieza en 1965 con un sacerdote italiano, Julio Ricci. Le llevaron 25 años sus trabajos. Luego viene de Valencia un equipo para investigar y promovieron un congreso internacional.
-¿Qué aporta este nuevo libro sobre la reliquia?
-El origen, de dónde viene. Existe una doble tradición: que viene sencillamente de Toledo y que viene del Arca Santa desde Jerusalén, según el obispo Pelayo. El libro realiza una nueva aportación de fuentes que confirma la tradición de Pelayo, una carta de un obispo de Astorga que es independiente de la tradición pelagiana.
-¿Qué nos queda por saber?
-En el segundo congreso sobre el Sudario no hubo avances, solo promesas. Del polen hubo analíticas; la primera era modesta pero positiva, decía que había pólenes de Palestina, y otra que no hay otro polen que el de España. Del ADN hicieron algún ensayo pero dio una cosa extrañísima. Por la antigüedad es muy difícil llegar a algo, no pueden cotejar con otra persona. El problema del Carbono 14 es que hay una contaminación en las fibras y distorsiona los resultados. El Santo Sudario estuvo muy expuesto al ambiente.
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