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La pregonera Yayoi Kawamura, en el centro, saluda a la abarrotada plaza acompañada del alcalde Alfredo Canteli y la edil Covadonga Díaz. FOTOS: MARIO ROJAS

«Para disfrutar de las fiestas de San Mateo no se necesitan ocho apellidos ovetenses»

La doctora en Historia del Arte Yayoi Kawamura abre los festejos desde el balcón del Ayuntamiento | «¡Fuera las manadas! No las toleraremos», exclamó la profesora de la Universidad de Oviedo, y abrazó la idea de la «ciudad inclusiva»

ALBERTO ARCE

OVIEDO.

Sábado, 14 de septiembre 2019, 01:26

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Llegó puntual, tranquila. La doctora en Historia del Arte y profesora titular de la Universidad de Oviedo, Yayoi Kawamura, entró en el salón de Plenos del Ayuntamiento acompañada de la concejala de Autorización de Festejos, Covadonga Díaz, con un cometido concreto: ofrecer el pregón para abrir San Mateo. No titubeó. La bandera de Japón ondeó en el Consistorio. Junto a ella, por primera vez en cuatro años, aguardaban la reina de las fiestas, Beatriz Chacón; y sus damas de honor, Laura María Solís y Mara González.

También tranquila, Carmen López, la primera surfista ciega de España en participar en el Campeonato Mundial de surf adaptado de 'La Jolla', en California, y ayudada por su madre, Marián García, tuvo el orgullo y la responsabilidad de lanzar el chupinazo. «Esto es más difícil que coger una ola», bromeó, mientras no paraba de sonreír. «Un punto y aparte para las personas con discapacidad», sentenció. Su obsequio, la placa conmemorativa de la que le hizo entrega el alcalde, Alfredo Canteli, rezaba el texto en braille.

«Arrancan las fiestas con una gran ilusión, unas fiestas muy dignas», celebró el primer edil. «Es el inicio de una nueva etapa, y estas serán recordadas en el futuro. Los conciertos en la Losa serán un gran éxito. Hay buen ambiente y Oviedo está a tope de gente», recalcó.

Y llegó la hora del pregón. Yayoi Kawamura se dirigió al público. «Los vientos del este y del oeste, soplados por los dioses Euro y Céfiro, se han puesto de acuerdo para enviar a Oviedo un barco lleno de júbilo que se llama 'las fiestas de San Mateo'. Mas antes, escuchad una historia». Un relato que transcurrió por los entresijos de la historia de la ciudad, focalizado casi todo él en el siglo XVII -la especialidad académica de la doctora- y que prestó especial atención al mestizaje, a la mezcla de culturas y a la evolución de una ciudad que nació «amurallada mirando siempre hacia su propio ombligo», en la época medieval, para adentrarse en el futuro y la modernidad.

«Este edificio, desde cuyo balcón hoy tengo el gran honor de pronunciar el pregón acompañada de cuatro jóvenes mujeres valientes, luchadoras y vencedoras, Carmen, Beatriz, Laura y Mara, se levantó en el siglo XVII a espaldas de la muralla medieval, dirigiéndose hacia fuera de la ciudad», expuso. Una construcción «modernísima en aquel entonces», que se convirtió «en la nueva cara de una metrópoli moderna, para recibir a los forasteros que llegaban a Oviedo, y que siguen llegando». Así lo hizo ella misma cuando llegó de Japón hace ya cuarenta años.

«Esta bella fachada con arcada clásica es la materialización del inicio de un nuevo espíritu de la ciudad de Oviedo, que sigue vivo en el siglo XXI. La ciudad tenía que expandirse hacia fuera y mirar al exterior, y ser inclusiva, como hacemos hoy», clamó. Por eso, prosiguió la profesora de la Universidad de Oviedo, «las fiestas son para todos, para los que viven en Oviedo y para los que vienen a disfrutarlas, siempre con la sana alegría y respetándose unos a otros. Desde luego, fuera las manadas. ¡No las toleraremos», exclamó!

Un pregón que finalizó de una forma muy distinta, con referencias más populares. «¡Vamos a disfrutar de las fiestas, las fiestas de San Mateo de Oviedo! Para eso no se necesitan ocho apellidos ovetenses. Los chiringuitos ya están ahí», exclamó. Quedaron, pues, inaugurados los esperados festejos. Los ovetenses disfrutaron de los chiringuitos en el barrio Antiguo y de las actuaciones de Carlos Baute y Marta Sánchez en la renovada plaza de los Ferroviarios, la Losa de Renfe. El júbilo llegó, era de esperar.

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