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La imagen de Cristo saliendo en procesión desde la iglesia de La Corte, rodeado de fieles.

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La imagen de Cristo saliendo en procesión desde la iglesia de La Corte, rodeado de fieles. Pablo Lorenzana

La emoción de El Silencio al recuperar su procesión

Recorrido. Los cofrades, la mayoría descalzos, recorren las calles tras impedírselo la pandemia y la lluvia en los últimos tres años

COVADONGA DEL NERO

Miércoles, 5 de abril 2023, 02:48

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Emoción y nervios a flor de piel, ayer, en la iglesia de Santa María la Real de la Corte. La Cofradía del Silencio logró procesionar de nuevo después de cuatro años por última vez. Los dos años de pandemia dejaron al Cristo Flagelado, la Virgen, la Piedad y la Santa Cruz sin pisar la calle y el año pasado, cuando volvían a ver la luz, la lluvia truncó sus planes. Esta vez sí. Y las lágrimas brotaban de los ojos de quienes llevaban más de mil días esperando a ver la plaza de Feijoo repleta de gente y a sus cofrades y costaleros portando y escoltando sus pasos, muchos de ellos descalzos.

Apenas un cuarto de hora después de las ocho y media de la tarde la plaza estaba repleta y el silencio se adueñó de la zona. Las caperuzas moradas comenzaron a salir, ante el respeto de los fieles. Solo las indicaciones para sacar, casi a ras de suelo, las imágenes del interior de la iglesia rompían la procesión del Silencio. El primer paso en salir fue el Cristo Flagelado, con los últimos rayos de sol del Martes Santo. Treinta y dos costaleros portando sobre sus hombros trescientos kilos de devoción y comenzaron a bajar la calle de San Vicente, al ritmo de los tambores de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y de la Santa Vera Cruz.

La Banda de Música Ciudad de Oviedo tocó el himno de España y anunció la salida, apenas diez minutos después, de la siguiente figura. La Piedad, de cien kilos y con veinticuatro costaleros, apareció ante el mutismo y los flashes de quienes no querían perderse nada. Y para terminar, la Virgen. Bajo su manto treinta devotos de la Cofradía del Silencio portaron sus cien kilos. Una figura que fue escoltada por la Guardia Civil y por los representantes del resto de las cofradías y hermandades de Oviedo.

Cerró la procesión del Silencio la banda de música y la gente. Aquellos que quisieron acompañar durante el recorrido, de dos horas aproximadamente, hacia la Catedral y volviendo hasta la sede de la cofradía.

El recuerdo de aquellas lágrimas de tristeza y la rabia de no haber podido sacar la devoción a las calles de la capital asturiana el año en el que las restricciones sanitarias ya lo permitían fueron un vago recuerdo, empañado con la alegría de volver a salir y procesionar por las calles de Oviedo.

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