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ROSALÍA AGUDÍN
OVIEDO.
Lunes, 19 de junio 2023, 01:49
Mónica Rodríguez (Oviedo, 1969) soñaba con ganar el Premio El Barco de Vapor y Gran Angular. «Era mi espinita clavada», reconoce. Se presentó en catorce ediciones, quedando finalista en cuatro, hasta que recibió una llamada para notificarle que esta vez sí. La reacción fue inmediata: «Empecé a llorar». Ahora recorre España presentando 'Más valiente que Napoleón', destinado a niños de ocho a diez años.
-¿Cómo una licenciada en Ciencias Físicas con master en Energía Nuclear publicó hace veinte años su primer libro infantil?
-Siempre me gustó mucho leer y escribir, y cada vez fue haciéndose más importante en mi vida. Al principio no tenía tiempo para hacer lo que me gustaba, y cuando vendimos la casa familiar de Oviedo me llegó un dinero con el que decidí regalarme tiempo para leer y escribir. Han pasado trece años desde que tomé la decisión y no he vuelto al Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas.
-Cuando lo dejó ya tenía varios títulos en el mercado. El primero fue en 2003...
-Si me hubieran dicho hace unos años que estaría hablando sobre este galardón no me lo habría creído. Me he presentado a muchos premios porque es una forma de sobrevivir o vivir del cuento -en referencia a sus libros-, y también es una fórmula para que te lean y publicar. Este es un reconocimiento a no rendirse, a la constancia y a la ilusión.
-¿Nunca perdió la esperanza?
-Siempre estuve a punto de ganarlo y me decían que algún día lo lograría, pero en los premios siempre hay una parte para el azar que uno no puede controlar como el jurado, los otros libros que se presenten ese año,... Son tantos factores y siempre intentas hacerlo lo mejor posible.
-Reconoce el jurado que esta historia es un «canto a la vida, la libertad y la búsqueda de la valentía». ¿Cómo lo consigue cuando vivimos en un mundo donde reina el pesimismo?
-Cuando uno escribe desde la mirada de un niño o de un adolescente, ese pesimismo cambia. Un niño mantiene la ilusión, la esperanza del futuro, y a mí este libro me enseñó mucho. Aprendí ese cuestionamiento sobre la valentía, sobre qué es lo que tiene valor en la vida en sus dos acepciones: las cosas que valen y las cosas por las que merece la pena ser valiente.
-¿Cómo llegó la idea de escribir 'Más valiente que Napoleón'?
-Quería escribir sobre funambulistas porque me atrae mucho esa profesión. Escribir me sirve para vivir otras vidas, pero no sabía cómo iba a ir la historia.
-Empezó con un personaje totalmente diferente.
-Era un hombre que había sido funambulista, pero lo había dejado y decidí abandonar su escritura. Me documenté y descubrí a Maria Spelterini, la única mujer que cruzó las cataratas del Niágara a la cuerda floja en 1876. Esto me llevó a investigar sobre el circo del siglo XIX y a leer sobre las personas con anomalías genéticas que eran exhibidas pero que encontraban en el circo una forma de vida y una familia que en otra situación no habrían tenido.
-Y cayó rendida a esos personajes.
-Exacto. El circo es un mundo luminoso y trágico y empecé a escribir; los personajes vineron solos.
-La protagonista, Nicoletta, es una niña que lo ha pasado mal porque se quedó huérfana muy pequeña. ¿Cómo hace para narrar algo tan duro y que los niños lo entiendan?
-La literatura es vida y la vida está llena de cosas buenas y de tragedias. Contar ambas situaciones es necesario para que el lector palpite y emocione, y los niños reclaman que haya verdad en los libros.
-¿Está bien edulcorar lo desagradable?
-No. Se tiene que contar toda la realidad, pero hay que encontrar la fórmula de hacerlo. Ellos lo demandan y lo he visto en los encuentros que he tenido con niños. No les gusta que los mayores les sobreprotejan. Ellos ven, sienten, saben lo que sucede y en el fondo lo intuyen.
-¿Por qué eligió el título 'Más valiente que Napoleón'?
-Es algo que se descubre al final del libro. Cuando Spelterini hizo su gran hazaña coincidiendo con los cien años de la Independencia de Estados Unidos en las noticias se decía que había hecho su gran proeza y que era 'Más valiente que Napoleón' y de ahí el título. De hecho al principio tenía pensado ponerle 'La caminadora del aire', pero cuando descubrí este artículo, lo cambié.
-Cuando va a los colegios, ¿los niños saben quién es Napoleón?
-Ni un solo niño me preguntó quién era. Hice una encuesta por los colegios de toda España para ver si les gustaba este título y nunca me han hecho la pregunta a pesar de que estoy preparada para responderla. No sé si es que lo saben o que el nombre ya les suena a algo muy valiente.
-¿Cuándo escribe piensa en la edad de sus lectores o es la editorial quien califica?
-Lo puedes planear, pero en primer lugar va dirigido a la lectora que tú eres. Hay veces que empiezo a escribir desde la mirada de un niño y se convierte en algo para más mayor.
-Cuenta con las ilustraciones de Anna Aparicio Catalá. ¿Lo que ella ha dibujado es la historia que tenía en mente?
-Siempre me sorprenden porque no tengo la capacidad de volcar sobre la imagen lo que escribo. Se me generan muchas imágenes en la cabeza y escribo a partir de ellas pero no tengo la capacidad de plasmarlas sobre un papel. Es verdad que siempre cambia a lo que me imagino, y esto es algo maravilloso porque es otra versión diferente.
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