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Foto de familia de los antiguos alumnos del Seminario Menor. Mario Rojas

«No hubiéramos estudiado nada si no llega a ser por el Seminario Menor»

Antiguos alumnos de la promoción 1968-1975 rinden homenaje en Oviedo a sus formadores y a la labor de la Iglesia en su cincuenta aniversario

Paz De Alvear

Oviedo

Viernes, 24 de octubre 2025, 08:02

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Un día para el recuerdo, para los agradecimientos y los reencuentros en Oviedo. Medio centenar de antiguos alumnos del Seminario Menor regresaron a la institución de Prau Picón para celebrar el cincuenta aniversario de su promoción –1968-1975– y «rendir un reconocimiento a sus formadores», a seis sacerdotes presentes. Una misa, un acto en el aula magna y una visita por las instalaciones que durante años fueron «su casa» centraron el programa, culminado con un almuerzo.

El Seminario Menor, explicó Moisés Díaz Caneja, «era un internado» que acogía alumnos, sobre todo, de fuera de Oviedo. La mayoría becados. «Era la manera de estudiar, la de mucha gente. En mi familia, por ejemplo, éramos totalmente humildes; la mayoría de las familias, la mayoría de los alumnos, éramos humildes. No hubiéramos estudiado nada si no hubiera sido por el Seminario», valoró.

Su compañero de curso, Enrique Lanza Morán rememoró las complicadas comunicaciones de la Asturias de hace cincuenta años y el menor número de colegios en las zonas rurales, por lo que el internado en Oviedo era una suerte de salvoconducto, sin él que «no hubierámos estudiado ni el 90% de los que estamos aquí». «Había alumnos de Sotres, de Pesoz, de Pola de Allande, de Somiedo... cuando los de Sotres iban de permiso algún fin de semana tardaban un día entero en llegar. Yo que era de Cabañaquinta, entre comillas cerca, y tardaba dos horas en tren; entonces no ibas todos los fines de semana». De Arnao, Castrillón, es Díaz Caneja «y de aquella suponía dos horas». Así que para estudiar era necesario dejar el hogar familiar.

En el Seminario Menor no sólo aprendieron, también convivieron. Con alegría recordaron dónde recibían las clases, –«bajábamos hasta en zapatillas»–, y dónde dormían –«en habitaciones individuales o de cuatro»–. Una «casa» en la que disfrutaron «de paz y de días de guerra porque cuando te castigaban porque la liabas, pues no eran tan buenos», rememoró Lanza.

Eso sí, ambos coincidieron en que «la formación que recibimos fue buena, muy buena» y el recuerdo «es alucinantemente bueno», precisó Díaz Caneja.

Con la celebración del cincuenta aniversario de su promoción, «queremos mostrar nuestro agradecimiento, ahora que la Iglesia está tan denostada tenemos que decir con una voz más alta el reconocimiento de muchas personas a esta institución y su labor».

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