Iris Rodríguez| Inspectora y delegada de Participación Ciudadana

«El mayor riesgo del mal uso de las redes es contactar con desconocidos»

–En una familia con hijos casi adolescentes o en la adolescencia siempre hay la misma pregunta. ¿A qué edad deben tener los menores su primer móvil?

–No hay edad establecida, todo depende de la persona. Los padres tienen que saber si su hijo es responsable y la relación de confianza que tengamos con ellos. Si no hay una relación muy potente entre la familia y el adolescente, creo que hay más riesgo de que haya problemas con el móvil e internet.

–Y una vez comprado el móvil, controlar el uso que hacen.

–Una vez que confiemos en que es responsable, podemos ir poco a poco acompañándole en el uso del móvil y de internet.

–En sus charlas hace una comparación con el uso del móvil y aprender a conducir.

–Siempre digo que para tener un coche, hay que establecer una edad. No todo el mundo tiene cabeza a los 18 para manejarlo y cuando te planteas sacar el carné, tienes que pasar un examen teórico y otro práctico. Cuando lo apruebas todo, no sueles ir solo. Yo iba con mi padre o mi madre al lado y, luego, me iban dejando sola. Este acompañamiento también tiene que estar cuando los menores tienen un móvil e ir dejándolos solos según vayan demostrando esa confianza, razonen, sean responsables y tengan conocimientos de lo que pueda pasar.

–Hay estadísticas que cifran en que cuatro de cada diez adolescentes sufren ciberacoso. ¿Cómo frenarlo?

–Mejorando el control de los padres; tienen que saber lo que existe en internet y que sus hijos cambian. A veces, el hijo que conoces en la vida offline no tiene nada que ver con el de la vida online; es la misma persona pero su comportamiento es muy diferente. Hay que saber quiénes son en ambos casos y educarles en las consecuencias que tiene el ciberacoso.

–Básico es saber qué webs y aplicaciones manejan.

–Cuando tenemos charlas con padres les hablamos, por ejemplo, de TikTok y el nombre lo conocen pero no saben cómo funcionan, cómo las están usando y que se puede suplantar la identidad de otra persona.

–¿Hay alguna red social que sea peor que otra? En algunas, por ejemplo, es muy fácil ver pornografía.

–A la pornografía se puede acceder con un mínimo clic... El mayor riesgo que implica el mal uso de las redes sociales es el contacto con desconocidos.

–Sin embargo, hoy en día todo se mide en números de seguidores.

–Es algo que los jóvenes valoran mucho y ellos siempre quieren tener muchos más. Lógicamente, a edades tempranas no se alcanzan esos números y para lograrlos meten en sus redes sociales a desconocidos. La situación ahí se convierte en una lotería porque puede surgir el 'grooming' –acoso sexual de un adulto a un adulto–.

–También pueden interactuar con ellos a través de los juegos online.

–Los jóvenes con los juegos bajan mucho la guardia. Se sienten en un entorno lúdico, normalmente están jugando desde su casa y se sienten seguros. No son conscientes de que están jugando con desconocidos y ahí muchas veces van generando una relación de confianza.

–Una situación que el 'groomer' aprovecha.

–Los jóvenes, como sabemos, ya no dan el número de móvil; dan su Instagram, su TikTok u otra red social. Los 'groomers' son personas que hacen un perfil falso haciéndose pasar por alguien de su edad o cambiando su imagen a través de los filtros y así se ganan la confianza de los menores.

–Ustedes recorren los colegios e institutos dando charlas. ¿Han notado un incremento de las denuncias?

–Puede ser que las víctimas, al igual que ocurre con otros delitos, sepan con la información que les damos identificar qué es el acoso y así denunciarlo.

–¿A partir de qué momento se debe de recurrir a ustedes?

–A la mínima señal, tienen que hablar con un adulto. Preferiblemente con sus padres y en el momento de la denuncia portar todas las pruebas que tengan. Los delitos siempre hay que denunciarlos.

–¿En quién suelen confiar más las acosados para contarles esta situación? ¿En sus familias o en el profesorado?

–Siempre les hablamos que hay tres pilares fundamentales, empezando por la familia independientemente del ámbito que sea porque, a veces, tienen más confianza con un hermano más mayor, un primo o un tío. También con los docentes porque muchas veces al tratar estos temas puede que a mi me nazca contar lo que me está pasando y nosotros. No es la primera vez que al terminar una charla, viene un menor y nos comenta que son víctimas de un delito o cuestiones que les preocupan y, a partir de ahí, les ayudamos.

–Ya ha habido condenas por reenviar de forma masiva fotografías privadas de menores que ellos creen que envían a una persona de confianza.

–Hay muchas denuncias de 'sexting' y no solo en menores; también en adultos. Lo que recomiendo es que nunca envíes una foto privada tuya porque en el momento en el que pierdes el control de tu intimidad, pueden surgir problemas. Muchas víctimas son al mismo tiempo víctimas de acoso.

–Y de chantajes.

–Sí y puede ser de tipo económico o emocional como deja a la persona con la que estás ahora o vuelve conmigo o publico esta foto. Ahora imaginemos que todo un instituto tiene una fotografía tuya, gestionar esta situación es muy difícil siendo adolescente.

–¿Les consta que las condenas que está habiendo por 'sexting' están evitando el reenvío masivo de estas imágenes?

–Ojalá. Cuando un menor reenvía este contenido, no está pensando en las consecuencias y si supone o no un delito. Siempre decimos que en caso de una pelea sin lesiones graves, la pena para el que distribuye el contenido es mayor que el que agrede.

–Pasemos al bullying porque ha cambiado completamente en los últimos años. Antes la víctima lo sufría en el centro escolar teniendo después una válvula de escape, pero ahora lo padecen las 24 horas del día.

–Siempre fue muy complicado gestionarlo porque siempre fue muy dañino, pero ahora nos encontramos que suele ir de la mano del ciberacoso. Antes, tal y como usted dice, iba al centro escolar y tenía ese tiempo pero lo que ocurre ahora es que cuando llego a mi casa me conecte o no, sé que todo está ocurriendo en internet. La cabeza no tiene dónde estar tranquila.

–Hay víctimas que piensan que prefieren una agresión física antes del continuo maltrato psicológico.

–La agresión es terrible, pero seguramente no es lo peor. La psicológica va de la mano con el aislamiento personal y eso es muy dañino. Además, a la parte psicológica se añaden comentarios sobre orientaciones sexuales; el bullying tiene muchas facetas.

–Cuando un menor es acosado puede tener muchos reparos a la hora de decir por lo que está pasando, pero su comportamiento deja pistas.

–Cuando el acoso está avanzado, encontramos una bajada de autoestima muy fuerte y en esta situación llegan a justificar lo que están sufriendo. Por tanto es muy difícil pedirles que den la voz de alarma y por eso los testigos son fundamentales. También se distancian de los demás, normalmente, cae el rendimiento escolar y otra señal es que de repente se separen del móvil.

–¿Y qué rasgos tiene el acosador?

–De base hay una baja autoestima.

–¿Hay relación entre la gente que sufre este tipo de acoso con el incremento de suicidios entre jóvenes?

–No manejo esos datos; pero desde luego hay mucho que hacer respecto a la salud mental y desde muchos ámbitos.

–¿Qué estafas son más comunes?

–Fuera de internet, llevamos tiempo peleando contra el hurto amoroso o hurto cariñoso. Tiene muchísimos años, pero sigue habiendo casos. Normalmente, nos encontramos con muchos casos de golpe, después una pausa y vuelven porque son bandas itinerantes.

–Las personas mayores son las principalmente afectadas.

–Sí, que vayan normalmente solos por la calle y porten alguna cosa de valor como un reloj o una joya y también les pueden quitar dinero. Por desgracia, el consejo es desconfiar de desconocidos. Nos hace más huraños, pero tenemos que protegernos.

–Su consejo no pasa por no hablar con nadie.

–Siempre que lo hagamos, hay que mantener esa distancia de seguridad que teníamos cuando la pandemia y si vemos que una persona muestra cariño de manera desmedida, desconfiemos. En algunos casos son gestos con índole sexual, pero en otros casos es un abrazo y ahí aprovechan para sustraer los objetos.

–¿Y por internet? Es muy común comprar en una página web con precios baratos y que luego te llegue un mensaje de texto sospechoso.

–Se da mucho ahora también el secuestro de la mensajería instantáneo. Es parecido a lo que hace tiempo llamábamos hijo en apuros donde se hacían pasar por un familiar y nos pedían dinero. Ahora, se han modernizado e intentan hacerse con el control de la aplicación y desde ese número nos solicitan dinero. Nosotros desconfiamos menos porque el número es conocido; pero luego nos piden que les enviemos una cantidad de dinero no muy elevada pero a otro número diferente. Eso no tiene que poner en alerta y cada vez que alguien nos pide dinero, hay que hacer un control mínimo como llamarle para preguntarle si nos ha solicitado esa cantidad de dinero.

–¿Hay otros trucos para evitar estas situaciones?

–No dejar las aplicaciones abiertas en un ordenador que manejen otras personas y sospechar de los códigos de verificación que nos mandan un desconocido para que se lo devolvamos.

–¿Alguna estafa más en internet?

–Continúa estando la estafa del amor con personas que se hacen que viven en el extranjero con un buen estatus económico y, por cualquier motivo, necesitan una cantidad de dinero que no tienen y la gente les hace transferencias de cantidades bastante elevadas. También siguen estando presentes es 'phishing' o 'spoofing'.

–Hace dos meses que, junto a su compañero Pelayo Gayol, salvaron la vida a un hombre que había sufrido un infarto en el Bulevar de Santullano.

–Veníamos de Tapia de Casariego de trabajar con la asociación Fraternidad por la Inclusión de Personas con Discapacidad y vimos una furgoneta parada y había una persona fuera intentando pedir ayuda. Paramos, fuimos a preguntarle qué pasaba y vimos que había una persona inconsciente. La sacamos, hicimos labores de RCP que hubo que repetir y colaboró la Policía Local con un desfibrilador. La ambulancia llegó enseguida; se pasa mal en esos momentos porque no puedes fallar y cuando recibes información de que se salvó, es un orgullo.