Expectación y nervios en Oviedo al paso del Nazareno

Nueve gastadores del Regimiento de Infantería Príncipe número 3 de Asturias custodiaban la entrada de la iglesia de Santo Domingo, a la espera de la salida del paso del Nazareno. En la plaza, cientos de personas, algunas en las escaleras que dan a la calle Padre Suárez para ver mejor la procesión; todas expectantes y nerviosas. Entre ellas, María de los Remedios Marín, quien no quiere perderse «ninguna procesión en un año donde parece que el tiempo va a dejar salir a todas las cofradías».

Apenas pasaban unos minutos de las ocho de la tarde cuando las voces de los aledaños del templo dominico se fueron convirtiendo en murmullos, y estos en silencio para escuchar solo la voz que guiaba a los veintiocho costaleros sobre los que descansaban los seiscientos kilos de peso del Cristo Nazareno portando su cruz. Por delante, miembros de la cofradía Nuestro Señor Jesús de la Redención, venidos desde la capital leonesa, para acompañar la cita ovetense, en un año más especial que el resto al continuar con los actos de su cuarto centenario.

Tras el trono partieron los casi doscientos cofrades, entre ellos una treintena de niños. El futuro está asegurado en el Nazareno. También la Banda de Música de San Salvador acompañó el paso en su recorrido por el centro de la capital asturiana. Solo en los ojos, visibles tras el caperuzo, se podía observar la emoción de los fieles al volver a salir. Una cofradía que sabe lo que es no poder hacerlo por la lluvia, cuando en 2019 tuvieron que quedarse en el interior del templo. Celebraron los diferentes episodios del Vía Crucis, un camino «de la cruz a la luz». «Dejemos que Jesús nos acompañe por las calles de nuestra vida y de nuestra ciudad», indicaron.

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