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La capilla de La Vega fue restaurada por Menéndez Pidal en 1929.
La capilla de La Vega fue restaurada por Menéndez Pidal en 1929. M. ROJAS

Los expertos dudan de los usos futuros de la capilla y el claustro de la fábrica de La Vega

Arquitectos e historiadores albergan reparos sobre la propiedad de los terrenos y el grado de protección | El Ayuntamiento planea trasladar el archivo municipal a la antigua sala de armas tras firmar la cesión con el ministerio de Defensa

JUAN CARLOS ABAD

OVIEDO.

Domingo, 20 de enero 2019, 04:59

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La capilla y el claustro de la fábrica de armas de La Vega, los dos únicos elementos del recinto fabril protegidos como Bienes de Interés Cultural, pasarán a manos municipales en las próximas fechas como 'adelanto' del convenio que el Ayuntamiento firmará con el Ministerio de Defensa para la reversión de la propiedad de los terrenos a la ciudad. Para la antigua sala de armas, ubicada en lo que se conserva del cenobio barroco protegido por una nave de edificación ulterior, el Consistorio tiene planes: trasladar allí el Archivo Municipal, dotarlo de biblioteca y de sala de consulta para los investigadores. Sin embargo, dos expertos en arquitectura y en la historia del complejo fabril consultados por este diario, el arquitecto Felipe Díaz Miranda y el historiador Andrés Martínez Vega, albergan dudas sobre lo anunciado hasta la fecha. El primero, por la naturaleza de los terrenos y las dudas acerca de su propiedad original. El segundo, por su estado de avanzado deterioro y su grado de protección como BIC, que obligará también a negociar con la Dirección General de Patrimonio para llenarlos de contenido, algo siempre complejo a la vista del similar y largo trámite seguido para otro edificio clausurado en la ciudad como es la plaza de toros de Buenavista.

«¿Cómo va a aceptar alguien la cesión de unos terrenos cuya propiedad no está determinada?», se pregunta Díaz Miranda acerca del origen del convento que dio paso a la factoría y a una expropiación forzosa a las monjas benedictinas que lo moraban «que no se sabe muy bien» cómo se produjo. Así, para el arquitecto y también presidente de la Sociedad Ovetense de Festejos, «no existe un título de propiedad» sobre lo que pretende ceder Defensa al Consistorio. «Si el Ayuntamiento acepta, sería una barbaridad jurídica», añade.

En cuanto a los usos, afirma el arquitecto que la reversión de industriales a dotacionales o terciarios implicará una modificación puntual del Plan General de Ordenación que «no puede efectuarse, porque estamos, además, en plena revisión del plan». «Pero la parte más grave no es esa», añade. «Si el Ayuntamiento cambia el uso, la tasación de los terrenos aledaños cambiaría, pues el actual precio proviene del propio uso industrial de los terrenos y a valor de uso industrial», abunda el arquitecto para explicar que «si se da un cambio, cambiaría drásticamente. No es lo mismo un uso lúdico y recreativo que uno industrial de cara al valor» cuando «el uso industrial es el menor de los posibles que hoy contempla el plan dentro del casco urbano». Algo que «asusta» y «asombra» a Díaz Miranda.

En el protocolo, pendiente de firmar por ambas administraciones, tras la cesión demanial de ambos edificios, se recuerda, por otro lado, que los inmuebles están calificados como BIC y que el ministerio es «consciente del activo que suponen para el mundo cultural de Oviedo». Fuentes municipales explicaron, al contrario que Díaz Miranda, que el claustro y la capilla, «son edificios de equipamiento en los que se podría actuar sin esperar a la tramitación del plan especial». Bajo esa premisa encajarían los planes para el claustro barroco del antiguo monasterio, pero no solo. En el convenio a firmar, cabrían empleos de La Vega como un parque industrial de carácter tecnológico y de investigación, la biotecnología y las tecnologías de la información y la comunicación, recinto ferial, talleres artísticos, factorías culturales, factorías polivalentes, la adaptación de esos edificios industriales a otros usos y, también, un «museo de la ciudad, y un centro del Prerrománico».

Para el historiador Andrés Martínez Vega, la simple cesión de ambos elementos «dice muy poco» para poder actuar ya en ellos y pide «mucha precaución». «Habría que saber de esa cesión que en el claustro se superponen dos estructuras arquitectónicas. Está metido en un nave del siglo XIX que tiene que ser conservada», explica para comentar la problemática del área de protección en la que están incluidos.

«No tiene mucho sentido ceder dos elementos así, en esta situación en la que no se pude actuar en ellos. ¿Cuál es el objetivo, protegerlos o realmente restaurar y dar un uso una vez rehabilitados», se pregunta.

Acerca del estado actual, Martínez Vega habla del «mucho deterioro» que presentaban ya el año pasado durante las visitas guiadas. «Sobre todo la capilla», revela, cuya situación es «desoladora» con «las zarzas rodeando todo el edificio. El claustro, en cambio, está mejor conservado al verse «incluido dentro de la estructura que lo defiende de las inclemencias del tiempo».

Concede el historiador que los usos culturales para La Vega «son interesantes», pero habla de «precipitación» acerca de la instalación del Archivo Municipal antes de conocer a fondo la capacidad para rehabilitar los edificios y llenarlos de contenido. Porque tanto la capilla, remozada por Menéndez Pidal en 1926, como los restos del convento, se insertan en un área sensible que va hasta San Julián de Los Prados. Se sabe que el templo prerrománico no era un edificio aislado y que ante cualquier intervención en la fábrica podría dar pie a recuperar restos arqueológicos.

Y no solo eso. Con lo que está en superficie, habría discusión acerca de qué hacer con ello. «La parte del claustro que se conserva es una muestra del barroco asturiano muy importante», ilustra Martínez Vega. Una edificación «muy parecida al de Santa Clara. Tiene la misma traza y supongo que fue construida por los mismos arquitectos», añade acerca de los alarifes Pedro Muñiz Somonte o los Menéndez Camina.

Acerca de la capilla rehecha y que guarda su interés por ser obra de Menéndez Pidal, el historiador relata que «presenta una armonía de proporciones y alberga detalles como la techumbre de madera. La misma portada que sí es original románica tiene mucho valor. Habría que protegerla para que no se deteriore».

El punto de partida tras la cesión es conocido por el equipo de gobierno tanto como que los trabajos para obtener permiso de Patrimonio y actuar en ambos edificios tendrán que ir en paralelo con el trabajo de los técnicos municipales y Defensa para valorar económicamente el recinto. El ministerio tasa el conjunto en 32 millones de euros, a 600 euros el metro cuadrado de las doce hectáreas. El Ayuntamiento aún no tiene la suya. En las negociaciones, además, se contemplan compensaciones urbanísticas.

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