Un hombre tranquilo aunque no tanto
Familiar. Médico de familia, director del Centro de Salud de Luanco y muy amante de su profesión. Seguidor de Iron Maiden, deportista aunque abandonó el fútbol por una lesión, casero y ordenado; iba para militar y acabó en la medicina. Es muy ovetense, no podía ser de otra manera
Es médico de familia aunque no es Emilio Aragón y heavy metal, pero por nada del mundo uno pudiera pensar que le gusta Iron Maiden. Si bien parece un tío reposado y tranquilo, se debe transfigurar cuando se acerca a un concierto, se calza los vaqueros, una camiseta y gira el cuello como la niña de El Exorcista. El caso es que en su mundo familiar, tranquilo, sosegado y ordenado, donde cada pelo de su cabeza está en su sitio y no parece que sienta la rebeldía de moverse, subyace el diablo del rock ochentero. Un rock que le inyectó su hermano Antonio de niño y que sigue vivo en él, aunque vaya cumpliendo años.
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Jesús Rodríguez Virgili (Oviedo, 1979) es médico de familia, director del centro de salud de Luanco, vicepresidente segundo del Colegio de Médicos y un enamorado hasta las cachas de una especialidad médica que «es la más completa de todas porque tienes un contacto continuo con los pacientes y nos permite hacer muchas cosas, es multidisciplinar. La verdad es que me llena totalmente».
Hijo de Antonio Vespertino, catedrático en Filología Románica por la Universidad de Oviedo, y de Valentina, catedrática de instituto en Lengua y Literatura, tiene cinco hermanos –«yo soy el cuarto»– muy bien avenidos. La familia vivió en Arquitecto Reguera de siempre, «jugábamos al fútbol, al escondite o a polis y ladrones en el aparcamiento de la Escuela de Minas». Estudió en Los Robles «de principio a fin» y cuando parecía que se iba a ir a estudiar a la Academia General Militar de Zaragoza, lo pensó mejor y aterrizó en Medicina. «Entré por los pelos, creo que fui el penúltimo, porque siempre he sido un estudiante regular».
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De los tiempos de juventud le quedan los recuerdos de las cervezas y copas en el Zaperoco, la Andolina y Paul &Cía. De ligar, poca cosa porque «siempre quedábamos dos o tres del grupo rezagados y no sabíamos cuál era la razón».
Con todo, en un viaje en tiempos universitarios conoció a Cristina, con la que empezó a salir meses después. Era a principios del presente siglo y se casaron en 2008 y hasta hoy. Por el medio, dos niños Javier y Álvaro.
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Destaca en su vida su gusto por la familia. De hecho le encanta la familia, hasta la política. «Nos hemos ido de vacaciones con mis suegros y mis cuñados y yo, tan contento».
Más allá de la familia, de sangre o política, le da igual, otro pilar es el deporte. «Aunque me conservo en forma, me gustaba el fútbol sala, pero lo tuve que dejar por la rotura del cruzado y los meniscos de la rodilla. Así que pádel, gimnasia y bicicleta porque hay que mantenerse activo».
Y para cerrar, el heavy metal. Pone cara de que no es tanta pasión, pero acompaña a su hermano a conciertos pese a que no tiene esa pinta. «Ese rock clásico de los años ochenta del siglo pasado es lo mejor y vibrar en un concierto de Iron-Maiden es un espectáculo digno de ver».
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Jesús Rodríguez Virgili disfruta con la medicina, se le cae la baba con la familia, suda con el deporte y descontrola lo que puede descontrolar con el rock. Es el paradigma del hombre tranquilo de John Ford, aunque no es tan tranquilo como John Wayne.
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