

Secciones
Servicios
Destacamos
Ordenada, trabajadora, noctámbula, muy larga en el humor y con más tablas que Lola Flores. En el fondo es una gran tímida aunque detrás de la barra no lo parezca en ningún caso. Cariñosa, disfrutona y con mucho remango, su vida ha sido y es trabajar y cuidar de su familia. Y dar de beber a varias generaciones de ovetenses que han pasado por sus bares y han disfrutado de la música, que ella odia, y del ambiente que siempre ha caracterizado todo lo que toca con su varita mágica de hostelera.
Si las piedras de su bar hablaran... Porque ella no habla y no cuenta. La clientela y sus costumbres son un secreto casi de confesión y como tal lo trata a diario.
1 /
Carmen Fernández Herrero (Vega del Ciego, 1963) es especialista en dormir en dos veces. Una por la mañana, ya con el sol puesto, y otra por la tarde porque para lo poco que duerme el 'pigazu' es fundamental. Ay, Carmela es un bar emblemático y Carmen, su dueña, también.
La nacieron en Lena y allí estudió con «las monjas y luego en el colegio El Pilar». Hija de Aurelio, vigilante de Minas de Figaredo, y Beatriz, ama de casa. Tiene un hermano, Javier.
Se vino a Oviedo ya con la mayoría de edad a estudiar Graduado Social y en 1986, con un socio mierense, luego su ex marido, abrió en la calle San Antonio el Gloria Bendita. «Me daba mucha vergüenza ponerme detrás de la barra, hasta me ponía roja, y fíjate ahora». En 1989 dejó Gloria Bendita y abrió Ay, Carmela en la calle Mon, «y ya van 35 años. Pasar de Gloria al Carmela fue duro porque esta calle de cara a la fiesta es un fondo de saco, pero poco a poco he ido haciendo clientela porque ha funcionado todo de boca en boca». Por el medio, su marido se transformó en ex marido, «ahora el bar tiene un ambiente propio» con una clientela de 30 años en adelante, «no quiero jóvenes». Por su barra han pasado personajes como Aitana Sánchez-Gijón, Micky Molina, Juan Ramón Lucas, Belén Rueda o el presidente de Andalucía, Juanma Moreno.
Si hay una cosa que la derrota, es su hijo Pelayo. La tiene ganada y ella lo sabe, pero se deja. Es lo que los asturianos definen como «la niñina de sus ojos».
Fuera del bar, que la obliga a acostarse sobre las cuatro y media de la madrugada en semana y a las nueve o las diez de la mañana en fin de semana, «hago poco, paseo mucho porque mi madre vive conmigo y hay que caminar mucho». En verano, la familia a Luanco y «allí dejó a mi hijo y a mi madre y yo me quedo en Oviedo, en el bar. Son mis vacaciones».
Vive rodeada de música, «así que cuando no trabajo no escucho nada, ni en el coche ni en ningún sitio, que ya tengo bastante». Reconoce que no le gusta nada la cocina, «para eso ya tengo a mi madre y sus tortilla de patata», y, además, «para eso están los restaurantes porque a mí me encanta comer y ellos también tienen que vivir. Por eso salir a comer los domingos es sagrado».
Carmen o Carmela, como se la conoce, no ha parado nunca de trabajar ni de disfrutar trabajando porque disfrutona y sonriente es un rato largo.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.