«La hostelería es un estilo de vida»

«Yo iba más bien para abogado», bromea frente a la que fuera cuna de su vocación, el edificio del Pavo Real del Campo de San Francisco donde se ubicaba tiempo atrás la desaparecida Escuela de Hostelería ovetense, «pero entré, aconsejado por mi padre, y me enamoré del sector, fue un flechazo», sentencia.

No obstante, actualmente el gremio está en horas bajas. La crisis del coronavirus ha sumido en un letargo inquietante a los cientos de hosteleros que ejercen su actividad en la capital asturiana, si bien un tímido 40% de locales ya han comenzado a levantar sus persianas hasta llegar a la fase 2, inaugurada ayer. La Ruta de los Vinos, por su parte, volverá a funcionar mañana. «Abrimos, porque nos obligan, es eso o cerrar para siempre», lamenta.

Aun así, son tiempos para «ser positivo» y encarrilar la vuelta «con toda la ilusión del mundo, y transmitir a la gente que regresamos con más ganas que nunca. Hemos tenido setenta días para adaptarnos y reinventarnos, y ahora tenemos que volver abrir como si fuese la primera vez que lo hacemos, con un aire nuevo de seguridad, rigurosidad e higiene», matiza el hostelero.

«El Santo Grial de los bares»

Eso sí, advierte Jiménez, «en la vuelta tenemos que estar todos juntos y la responsabilidad tiene que ser compartida entre clientes y hosteleros», pero en sus palabras hay algo que en ningún establecimiento de hostelería puede faltar, y es el periódico. «Ese Santo Grial de los bares que pasa de mano en mano mientras te tomas el café». Y es que, continúa, EL COMERCIO no faltará en el 'Secreto', ni tampoco en su nuevo proyecto en Ribadesella, Las Terrazas de Sardalla, que verá la luz el próximo 1 de julio. «EL COMERCIO, con suplementos como el Yantar, más que un diario es una medalla que los hosteleros aspiramos a llevar con orgullo», clama.

La ruta ya está calentando motores, pausada, eso sí, para «anotar» y «aprender» de lo sucedido durante todos estos días, con un proyecto de terrazas ampliadas y con su propio protocolo de seguridad que convierta a la Manuel Pedregal «en un espacio completamente seguro» y con un sello de calidad higiénico-sanitaria propio.