«Como cirujano no me gustaba ser muy agresivo y quise hacer endoscopias»
Especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo, acaba de cerrar su consulta en el Centro Médico y afronta una merecida jubilación
Con la entrada del mes de octubre, Luis Riera Lavilla (Oviedo, 1954) ha colgado su bata. La jubilación retira de la vida profesional a un ... doctor muy reputado, especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo, a cuya puerta han llamado y le han buscado miles de pacientes. Cercano, pausado, empático... Aunque ante todo cirujano, no le gustaba «ser muy agresivo»; por lo que no dudó en formarse para hacer endoscopias y cirugía laparoscópica. Tercera promoción de la Facultad de Medicina, se formó en el antiguo Hospital General con el doctor Manuel García Morán. Tras pasar por el Hospital de Jove –8 años de los que recuerda la juventud de los médicos y «lo mucho que se trabajaba a pesar de que las remuneraciones no eran como en la Seguridad Social»–, llegó en 1994 al Centro Médico de Asturias y puso en marcha la Unidad de Endoscopia Digestiva. Todo un éxito. De las 300 endoscopias anuales de los comienzos han pasado, ahora, a casi 5.000. Luis Riera recibe a EL COMERCIO un día antes de cerrar su consulta. Lo hace sereno, convencido de dar paso a médicos jóvenes y con las ganas de «ejercer mi segunda profesión, la de agricultor, en Llanes», recuperar la maestría a la guitarra, dar clases de inglés, viajar, y mucho por España, y, en definitiva, vivir como uno quiera. Sus pacientes, asegura, quedan en buenas manos.
–Hijo de Luis Riera, alcalde de Oviedo. ¿De dónde le viene la medicina?
–Aunque mi padre era abogado, yo tenía muchas influencias médicas. Sus mejores amigos eran médicos, su primo Aurelio Riera era médico, cirujano vascular, su intimo amigo era Luis Estrada, que era cirujano digestivo. Me contagiaron mucho los amigos y estar siempre en conversaciones con ellos sobre medicina. Mi padre iba a los congresos con Luis Estrada, le acompañaba. También nos influyó mucho, a esas generaciones de entonces, que hubiera Medicina en Oviedo, que empezó en el 69.
–¿Qué valores le enseñó su padre?
–Yo siempre digo que el valor fundamental de mi padre, aparte de que tenía un don de gentes, todo el mundo estaba a gusto con él y lo querían, contaba chistes y era abierto, es que no tenía ningún tipo de problema en relacionarse con quien fuera, lo mismo en el ámbito social que en el ámbito político. Tenía buena relación con todo el mundo y era una persona tolerante. Un hombre de centro, de centro derecha, que era lo que había visto en la España de la posguerra –él nació en el 23–, mi abuelo estuvo preso y no lo fusilaron por los pelos. Él vivió eso, más en el bando de derechas que de izquierdas; pero luego cuando llegó a la política fue un hombre que no era de derecha cerril, que tenía muy buenas relaciones con Wenceslao López, que estaba en la oposición; con Aurora Puente, que era del Partido Comunista. Cuando Aurora se murió recuerdo ver a mi padre muy afectado. Tenía una amistad de verdad con toda la gente que estaba en el Ayuntamiento. Era otra política. La gente iba a trabajar y a hacer cosas, no como ahora.
–¿Qué siente cuando ve la escultura de su padre ante la Basílica de San Juan?
–La veo todos los días. Siempre tiene gente, paso y lo saludo y mis nietos van allí a ver al bisabuelo.
–¡Qué orgullo!
–Sí, no tengo ninguna duda. No sólo fue alcalde, él se apuntaba a todo. Se metió en el Centro Asturiano, se metió dos veces en la directiva del Oviedo –uno de los ascensos con Bango y antes con Chuché– y también en el baloncesto. Donde le llamaban, allá iba.
–Y usted, ¿se apunta si le llaman?
–Tuve mis escarceos políticos, lo normal en los años 70 era estar politizado. Somos una generación que vivimos muchos cambios políticos y, bueno, somos afortunados en ese tema, siempre lo pensé. Luego, fui jefe de los MIR en el Hospital, que también tuvimos algún problema, huelga, reivindicaciones; y en Jove también fui presidente del comité de empresa –independiente–. Lo mío, relacionado con la medicina.
–Dedicarse a la medicina privada no era su idea, pero aceptó la oferta del Centro Médico en 1994.
–El gerente, que era el señor Richard, me hizo una oferta de trabajo. Lo pensé y aunque es cierto que dedicarme a la medicina privada no era mi idea –ahora sí–, me decidí. Me tiré a la piscina y vine para el Centro Médico. Desarrollé la unidad de endoscopia y empecé a hacer cirugía laparoscópica, que tampoco se hacía. La revolución, que empezó a finales de los 80 en Francia, era la cirugía laparoscópica, mínimamente invasiva. Pese a ser cirujano, no me gustaba ser muy agresivo, por eso quería hacer endoscopias y cuando salió la cirugía laparoscópica, me puse a hacerla. Actualmente, el 70 u 80% de la cirugía digestiva se hace por laparoscopia y más cuando empezó a aparecer la cirugía robótica, que la facilita.
–Medicina pública versus privada.
–Yo tuve todos los tipos de medicinas. Tuve la pública, el Hospital General; la concertada, Jove; y luego vine a la privada. Ya no me pone malo, pero antes sí me enfadaba un poco cuando mucha gente reniega de la privada, es una tontería lo que dicen. La medicina pública y la privada no tienen por qué ser enemigas, son complementarias.
–¿Por qué?
–Mira, hay una serie de gente, cerca de dos millones, que tiene Muface y usa la privada. Si dices que tiene que ser todo público, ¿dónde les metes? Tiene que haber una colaboración. Las listas de espera se superan en la pública y no puedes tener a gente esperando, y que en Asturias pasen los años aquí y siga con los mismos déficits.
–¿Y por qué tuvo dudas antes de dar el paso?
–Yo tenía dudas porque era defensor de la pública, me había formado en la pública y todas mis ideas iban encaminadas a que la medicina tenía que ser pública. Ya la concertada veía que era una cosa que sí, pero que dependía mucho de la pública, de que mandasen un trabajo a Jove o que no lo mandasen; y dependía del tipo de concierto. Y yo veía la privada como gente que venía aquí a ganar dinero, pero que no tenía mucho interés. La típica idea que me fui quitando porque cuando tú llegas aquí y haces medicina privada, te das cuenta de que haces la medicina que quieres hacer. Cuando estás en la pública o concertada, te mandan, te dicen vete y operas esto o aquello, o haces estas endoscopias, o ves a tanta gente; y tú llegas aquí y te programas la consulta y decides que si es primera visita, cada media hora, si es revisión, cada 15 minutos. Y si veo a un paciente y le tengo que decir que tiene piedras en la vesícula y que hay que operar, te hacen enseguida el preoperatorio y si quieres la semana que viene no, pero la siguiente sí, le opero. O si me dicen, me duele mucho el estómago, quiero una endoscopia, pues pasado mañana. Eso no lo puedes hacer en la pública. Es bueno tanto para el paciente como para mí.
–Unas pruebas ágiles salvan vidas.
–Aquí vemos mucha gente que viene pagando porque no le acaban de atender en la pública. Si a alguien le dicen que tiene sangre positiva en heces, que hay que hacer endoscopia y que ya lo llamarán; pues hay quien se lo toma con tranquilidad y no pasa nada, pero hay quien se pone nervioso y viene a aquí a hacer lo que tenga que hacer. Ahora hay menos, pero por el verano he visto gente que venía de hacer una endoscopia en el HUCA y que tenían un tumor que aunque no fuera muy grande, hay que operar, pero como era verano y había menos quirófanos, les decían que le llamarían en septiembre. No le puedes decir a alguien que tiene un tumor en junio o julio y que espere; que probablemente no pase nada, pero es el problema de la pública, que está saturada.
–¿Qué le parece compartir la medicina pública con la privada?
–Hay médicos que han compartido pública y privada y eso a mí nunca me gustó. O te dedicas a una o a otra.
–¿Qué valores debe tener un médico a la hora de tratar a un paciente?
–El médico tiene que dar confianza, que el paciente tenga confianza en lo que le explicas, en el diagnóstico, ser agradable, entender que cuando la gente está mala hay que ser agradable, cariñoso, no puedes ser antipático y serio y ponerte en otro nivel, eso no me gusta nada. Yo lo heredé de ver a mi padre. Hay que ser más campechano y no debes ir de doctor por la vida. A mí me llamó la atención cuando llegué aquí el buen trato con los pacientes, no sólo médicos, también enfermeras, auxiliares, celadores... atentos, cariñosos, educados, sin dar malas contestaciones.
–31 años en el Centro Médico. Un antes y un después desde que montó la unidad. Ahora, ¿qué pasa con su marcha?
–Pues que viene gente joven, que es lo que tiene que pasar. Está la doctora De las Heras, que lleva ya 20 años aquí, aproximadamente, y es muy buena trabajadora, muy buena profesional. Nos complementamos bien estos años. Luego hay dos doctoras y una tercera que se incorpora ahora. Todas muy bien formadas.
–¿Qué tiene que tener un cirujano?
–Buena formación, ser muy ordenado, tener un protocolo, y dar los pasos en su momento; así es más sencilla la cirugía y menos riesgo de complicaciones. Y eso se aprende, es formación y práctica. No puedes ser nervioso, ansioso, tienes que saber controlarte y si lo llevas mal, pues no vales, porque si se te complica una operación, no puedes salir corriendo. Tienes que resolver. Como decía mi jefe en el hospital: 'cirujano, no riñas: si algo va mal, la culpa es tuya'. Pero bueno, reñimos a los de al lado, al ayudante, a la enfermera; yo por lo menos reñía. Ahora tengo un hijo que hace cirugía también, que es traumatólogo, y me dicen; 'no se parece a usted porque no riñe nada, es muy tranquilo...'. Depende de la personalidad de cada uno, pero no hay duda de que en el quirófano hay momentos de mucha tensión.
–El Centro Médico acabó en 2022 su gran modernización tras 7 años de obras y 15 millones de inversión. ¿Es un transatlántico?
–Cambió mucho desde que llegué. Hubo un cambio importante cuando la familia Masaveu cogió la mayoría de las acciones y cambió la gerencia y empezaron a renovar todo, plantas, quirófanos... siempre mejorando. Y también se amplió mucho el personal médico, especialidades.... Pasó de ser una clínica a ser un hospital. Es un hospital con prácticamente todas las especialidades, con UVI, con cirugía de todos los tipos. El área del corazón es muy importante.
–Mañana es su último día.
–Estoy a gusto jubilándome, creo que es lo que tengo que hacer.
–Cómo ha cambiado Oviedo desde esa época de la Transición a ahora.
–Cambió mucho. Aunque a veces a la gente le cuesta reconocer, el artífice del cambio de Oviedo fue Gabino de Lorenzo. Tuvo sus errores, pero tuvo muchos aciertos en cuanto a ver una ciudad más limpia, con más luz.
–¿Qué siente cuando ve el Hospital del Cristo cayéndose?
–Pena. Para mí fue el mejor hospital del mundo cuando estaba allí; teníamos mucho orgullo del Hospital General, tenía buena fama con médicos que habían venido de América y Cataluña y había muy buena cirugía. Le tengo mucho cariño, fue donde me formé. Escogí precisamente el Hospital General, a pesar de que el jefe de la Residencia era Luis Estrada, amigo de mi padre, que no le pareció bien. Yo se lo expliqué. Tenía plaza para ir con él, pero me quedé en el Hospital General. Me da mucha pena por eso, eran edificios que ya tenían problemas de estructura, sobre todo el General. Aunque algunos los van a aprovechar, no acaban de hacerlo. Tenían que haberlo hecho y haberse puesto de acuerdo mucho antes.
–¿Qué opinión le merece el HUCA?
–Tiene una categoría buena, buenos servicios y buenos profesionales, no tengo ninguna duda. Hay muchos servicios que son punteros, como cardiología. Su jefe, César Morís, lo sacásteis en el periódico hace poco, se ha jubilado. Somos muy amigos, vivía en la calle Foncalada como yo y estudiamos en el instituto Alfonso II y la carrera juntos, y los dos nos jubilamos ahora.
–Fue jefe de los MIR. ¿Cómo ve la situación ahora? La falta de médicos, numerus clausus, ofertas del extranjero.
–Ahora hay competencia. Cada autonomía tiene capacidad para hacer sus política de contratación de médicos y unos ofrecen mejores condiciones que otros. Cataluña, País Vasco... tienen más posibilidades de contratar médicos. Yo pienso que Asturias tiene que ver lo que ofrece para que a la gente le interese quedarse. Si no ofrece buenos contratos... Yo hice el MIR en el año 79 y ya había unas especialidades que quedaban cortas y me llama la atención que todavía... Hay problemas de anestesistas en Jove, pero es que ese problema ya lo había hace 40 años. No entiendo. No hay anestesistas o hay pocos pediatras.... Hay especialidades que siempre están con poca gente. Y eso no es tan complicado de arreglar. No se arregla ni en 5 años ni en 10, pero en 15 tienes que decir vamos a abrir más el cupo, a formar más gente y que no haya ese déficit. Ahora se jubila mucha gente, y si no formas médicos, tienes numerus clausus y no dejas que entre gente en la facultad y cuando llega el MIR no amplías las plazas de especialidades que llevan en déficit muchos años, pues es un problema crónico. Y luego las ofertas de trabajo; ahora está abierto el mercado europeo. Antes éramos muy localistas: si podíamos hacer la carrera aquí, trabajar aquí, hacer la especialidad aquí, mejor, nos daba miedo ir a Madrid o Cataluña; pero a las generaciones de ahora no les cuesta decir 'me voy a Inglaterra o Alemania o dónde sea y trabajo allí y me pagan el doble'.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión