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C. DEL NERO
OVIEDO.
Miércoles, 24 de noviembre 2021, 04:04
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María Félix siempre quiso dedicarse a la pintura, pero se quedó a las puertas de poder cursar Bellas Artes en la Universidad. Entonces, decidió opositar y continuar con su vida porque «lo primero era tener dinero para poder vivir». Pero nunca se sacó de la cabeza su gran pasión. Así, cuando sus hijos se fueron de casa y empezó a tener tiempo para ella, realizó un curso de iniciación a la pintura al óleo. «Ya me enamoraba la pintura, pero la manera en la que aquella profesora me la enseñó me hizo vivir el arte», recuerda. Así, en 2008 realizó su primera obra «sin retoques» de su maestra. Y decidió continuar. Busca en cualquier enclave la inspiración, pero siempre a partir de la luz. «Mi principal obsesión es la luz, cómo hace cambiar los paisajes dependiendo de cómo sea ese rayo de sol que incide sobre ellos», explica.
Veintiséis de sus obras se pueden contemplar hasta mañana en la Escuela de Minas. Atardeceres en Gijón, amaneceres desde su ventana, los reflejos del agua, el lago Enol y hasta un trocito de Oxford. «Cuando algo me enamora, al instante intento hacer una pintura». Tanto es así, que encontró belleza hasta en una cuneta llena de agua.
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