Borrar
 Martes de Campo... de batalla

Martes de Campo... de batalla

«Hoy tenemos dos 'Balesquidas', como ocurre con la escisión de los partidos y sectas religiosas. Que una Cofradía reniegue de la entidad que la salvó y que una entidad protectora no tenga a quien proteger, da dolor»

LEOPOLDO TOLIVAR ALASCATEDRÁTICO DE DERECHO ADMINISTRATIVO DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO

Sábado, 4 de junio 2022, 00:16

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Ya no se hacen puentes festivos generosos, aunque, en la Universidad, desde hace años, el que este martes sea fiesta local supone menos que hace no tanto, cuando se quería volar sobre el lunes. Y ello porque llevamos, justamente, un mes sin clases. Con exámenes, pero sin docencia.

No soy muy devoto de las tradiciones locales, reales o artificialmente promocionadas, pero casi hago una excepción con la festividad de la Balesquida; sin duda porque la viví en casa desde que nací y sé de su historia, real, verificable y antiquísima, para envidia de quienes retuercen la Historia y las costumbres a su conveniencia. El bollu y el vino y el Campo de San Francisco, unidos desde tan antiguo, suponen demasiado reclamo como para desdeñar su querencia.

Todos conocemos, porque solventes autores lo han estudiado y los datos son incontestables, que la Cofradía de los Sastres, beneficiada por doña Velasquita Giráldez en 1232, comenzó muy pronto, con el pueblo detrás, a celebrar en romería la Pascua de Pentecostés, allegándose, inicialmente, hasta la capilla de Santa Ana de Mexide, hoy felizmente restaurada, en los límites de Monte Cerráu. Y nadie ignora, baste pasar por delante de su capilla, que la Patrona a procesionar es la Virgen de la O, más conocida actualmente como la de la Esperanza.

También es sabido que, hace justo un siglo, las celebraciones populares, salvando la Misa y el posterior reparto del martes, se estaban extinguiendo, quizá por la poca pujanza y medios de la organización de la Cofradía. Y por ello, en 1930, ovetenses muy conocidos, tomaron la acertada decisión de constituir la Sociedad Protectora de la Balesquida, que tenía y tiene «por objeto primordial auxiliar a la Cofradía de la Balesquida, con medios que le permitan cumplir las cláusulas de sus estatutos». Y la iniciativa funcionó, superando todas las adversidades y los momentos dramáticos de la ciudad. Cofradía y Protectora trabajaron coordinadamente; el reparto de vituallas en el Campo se hacía bajo la misma lona y en las casas, unos éramos cofrades (es mi caso) y otros, socios (caso de mi familia directa). Totalmente normal y adecuado a lo que se pretendió desde hace noventa años.

Pero llegó la guerra civil hace ya unos nueve años y se han sucedido pleitos sobre los derechos de denominación o el carácter civil o religioso de la Cofradía. Como ocurre tantas veces, hasta la Iglesia estuvo metida en el lío. Lo conozco un poco en términos jurídicos y hasta tengo mi opinión particular, pero estos renglones no son una clase de Derecho. El hecho es que hay divorcio y que, lejos de conseguir una mediación, se optó por el litigio.

En resumen, que al día de hoy tenemos dos 'Balesquidas', como ocurre con la escisión de los partidos o de las sectas religiosas. Y da pena y bochorno, sin que se vislumbren buenos oficios de Ayuntamiento, Iglesia u otras instituciones culturales y sociales. Que una Cofradía reniegue de la entidad que la salvó y que una entidad protectora no tenga a quien proteger, da dolor. La historia ovetense, en la que esta conmemoración juega un papel muy destacado y su antigüedad causa asombro a personas venidas de lo que se cree el imperio de las Cofradías, no puede permitirse por más tiempo esta anomalía que, como todo lo que significa división, debilita.

Un conflicto de legitimidades a estas alturas parece un anacronismo penoso. Y a quien el alejamiento le dé igual o ni repare en él, que no se moleste en celebrar nada el martes. Que compre en cualquier masera un bollu preñáu, en un bar una botella de blanco y que los consuma en cualquier fecha del calendario y donde más le apetezca.

Si los conflictos los generamos los humanos, bien estaría que alguien, con amor a Oviedo, levantara la voz para aunar voluntades de conciliación. Me figuro la gracia que le haría esta situación a la buena de doña Velasquita que, vista esta contienda fratricida, preferirá seguir reposando en paz en San Tirso.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios