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Begoña García-Tamargo y Guillermo Martínez, en el Ridea. J. M. PARDO
«La música es y será el alfa y omega de todos mis días»

«La música es y será el alfa y omega de todos mis días»

El compositor y organista Guillermo Martínez ofrece en el Ridea una conferencia sobre sus primeros pasos en el mundo de la música

RAFAEL FRANCÉS

OVIEDO.

Miércoles, 11 de mayo 2022, 00:50

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El IV Ciclo de Conferencias 'De la Ilustración a la actualidad: 260 años de lírica en España' ofreció ayer una segunda jornada, tras la charla de la profesora titular de Musicología de la Universidad de Oviedo María Sanhuesa Fonseca sobre Jovellanos y la lírica el pasado martes. Ayer cogió el testigo el organista de la Catedral y compositor Guillermo Martínez, quien dio un paso más de velocidad en el ciclo que organiza La Castalia en el salón de actos del Ridea con una intervención muy íntima titulada 'De niño cantor a compositor: impronta y esencia de mi música lírica'.

Martínez desgranó su experiencia vital y musical durante los cinco años que estudió y perteneció a la Escolanía de Covadonga. Un lustro intenso de estudio, canto, nuevas experiencias y sentimientos musicales que le hicieron abrir los ojos a la música y a lo que esta iba a significar en su vida. «Ya el primer día sentí que me adentraba en un capítulo nuevo e inspirador que acrecentaría mi caudal intelectual, elevaría mi espíritu mediante el arte de la música y ennoblecería mi persona», aseguró Martínez sobre sus inicios en Covadonga. Y añadió que «así, por aquel entonces ya la música era el alfa y omega de mis días. Y desde una perspectiva más amplia, también el alfa y omega de todos mis días. Así es y será».

Martínez explicó al público asistente de forma prolija sus experiencias, vivencias y forma de aprender en la Escolanía de Covadonga. Su incipiente amor por Mozart y sus 'Conciertos para piano y orquesta' que «han jugado un papel providencial en el nacimiento de mi vocación y, casi de modo instintivo, en mi querencia desde entonces por la búsqueda de la belleza, de lo estético».

De esa época evocadora, Martínez también encontró dentro de sí mismo «el incipiente oficio y vocación compositiva, que ya ocupaba mi alma». Los últimos años en Covadonga dieron paso a composiciones «cada vez más audaces, la creación de melodías más nítidas e inspiradoras y la exploración de la orquestación».

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