Las voces y melodías que dan alma a las calles de Oviedo
Trompetas, violas y voces a capella llenan estos días los rincones de la capital para alegrar a los transeúntes
Entre los mercadillos de la capital asturiana y las prisas de quienes estos días hacen las últimas compras, la música callejera se convierte en un elemento mágico que envuelve la ciudad. Trompetas, violas y voces a capella resuenan con más fuerza en estas fechas, recordando que el arte tiene el poder de conectar con el corazón de las personas, especialmente en una época donde compartir y emocionar son más importantes que nunca. Repartidos por todo el centro de Oviedo, donde los adoquines cuentan historias de siglos pasados, Mauro Suárez, Daniel Iglesias y Lan transforman con su arte cada esquina en su particular escenario callejero.
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El potente sonido de una trompeta resuena con fuerza entre los edificios y detiene a los transeúntes que pasean por la calle Palacio Valdés. Es Mauro Suárez, un joven de 18 años que, con su talento y pasión, ha convertido esta céntrica calle ovetense en su escenario personal. Cada mañana su música, que va desde clásicos hasta piezas contemporáneas, envuelve el aire festivo de la ciudad y se convierte en una banda sonora perfecta para quienes pasan a su lado. Es su segunda Navidad tocando en la calle y provisto de un altavoz, un atril y por supuesto su trompeta ameniza una fría mañana de diciembre. «Llevo estudiando trompeta desde hace dos años y toco unas 14 o 15 canciones. Por las tardes me voy a otra calle y sí que noto más gentío», afirma este joven. El frío, ni lo nota. «Es malo para la trompeta porque no afina, pero yo aquí sigo», ironiza.
Daniel Iglesias, por su parte, es un virtuoso de la viola llegado desde Cuba. Trae consigo la calidez y el virtuosismo de la música de la isla a través de su instrumento. A sus 23 años, este músico ha recorrido un largo camino desde su Cuba natal para compartir su arte en las calles de Oviedo. La basílica de San Juan El Real es testigo de sus notas y su sensibilidad detiene a los peatones en seco incluso cuando para su música para contar su historia.
«Te he escuchado de lejos», le dice una señora al pasar mientras le deja una moneda. Y es que Daniel apenas lleva unos pocos meses en la ciudad, pero su sonrisa alegra a quien le ve. «Comencé a estudiar música a los 8 años. La música siempre fue mi pasión, aunque el piano no me gustaba así que elegí la viola», cuenta. «Me gusta cómo aquí la gente aprecia la música. Algunos se emocionan al escuchar piezas clásicas, otros se animan cuando toco algo más popular. Es una mezcla de emociones constante», sostiene, viola en mano.
De viva voz
Otros, en cambio, no necesitan altavoces ni instrumentos más allá de sus propias cuerdas vocales. Es el caso de Lan, cuya voz destaca entre el ruido y el ajetreo cotidianos de estas fiestas en la peatonal de las Salesas. Sin instrumentos ni micrófonos, este argentino transforma su voz en su única herramienta para emocionar. Canta a capella y lleva media vida haciéndolo.
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«Cantar a capella en la calle no es fácil. Tienes que confiar plenamente en tu voz, porque no hay nada más que la sostenga», explica. Comenzó a cantar hace ya trece años. Su repertorio es variado, pero la música argentina y brasileña le emociona especialmente: «Canto en todos los idiomas y la música brasileña me encanta. Con una canción de Caetano Veloso tengo una anécdota, ya que una vez al cantar 'Itapua' un señor se me acercó al reconocerla. La música crea conexiones», dice mientras aclara que su verdadera vocación es hacer teatro.
«Cantar me da de comer, pero el teatro llena mi vida. 'Las derrotas' es una obra que los asturianos también pueden disfrutar gracias a Elisa Novo aparte de mi voz en las calles», continúa, para continuar a renglón seguido con sus papeles llenos de letras de canciones con las que poner notas de alegría y nostalgia para continuar cantando 'Razón de vivir'.
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